CAPITULO 7

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Win echó el ancla de la barca por la borda y, al girarse, vio a Bright sacando las gafas y los tubos de bucear. Este se quitó la camiseta y dejó al descubierto su cuerpo esculpido y bronceado.

El sintió de nuevo deseo, eso no había cambiado a pesar de haber descubierto la noche anterior que era un hombre mucho más complejo e interesante de lo que él había imaginado.

Esa mañana, mientras navegaban entre un grupo de islas, Bright había guardado las distancias, dejándole su espacio a Win. Y cuando habían estado juntos, habían charlado con toda naturalidad, sin que él le hiciese ninguna señal de tipo sexual.

Y él se sentía aliviado. No estaba decepcionado porque lo ignorase después de haberse pasado toda la noche pensando en él.

En él, juntos.

Además, Bright no lo estaba ignorando. Había sido el anfitrión perfecto. Lo había estado entreteniendo, pero sin agobiarlo. Pero después de haberse pasado toda la noche sin dormir, imaginándose cómo sería compartir aquella cama con él, Win estaba demasiado tenso.

–¿Ya no te apetece nadar? –le preguntó él, interrumpiendo sus pensamientos.

Win se ruborizó.

–Sí, sí que me apetece.

Se desabrochó los pantalones, se quitó los zapatos y pensó que, cuanto antes estuviesen en el agua, mejor. Se quitó la camiseta, la dobló y la dejó junto al resto de la ropa.

–Estás jugando sucio, Win –lo reprendió él en voz baja.

- ¿Por qué?

–Porque te prometí que tú marcarías el ritmo, pero no puedes aparecer con un traje de baño con cremallera en el escote. Me parece una táctica muy sucia.

El sintió calor en su entrepierna al ver cómo lo miraba.

–Estoy seguro de que estás acostumbrado a ver a personas con mucha menos ropa. Este traje de baño es muy correcto.

–Es cierto, pero tal vez no sepas que lo que no se ve es todavía más tentador. Las personas que hacen toples no dejan nada a la imaginación y yo ya he perdido el gusto por lo que es demasiado evidente.

El sintió todavía más calor ante aquella broma, pero sacudió la cabeza e intentó responderle con desaprobación.

–No tiene mucho escote y hace falta una cremallera.

–Precisamente, está hecho para tentar a los hombres.

Win intentó contradecirlo, pero se le había secado la garganta y tenía los pezones endurecidos.

–Y eso me hace pensar... –continuó él–, que te lo has puesto para tentarme.

El tragó saliva. En eso tenía algo de razón. De los dos trajes de baño que había llevado, había elegido aquel porque le había parecido más sexy.

A pesar de que pensaba que no quería llamar la atención de Bright, se había puesto aquello para que se fijase en él, porque le gustaba que lo mirase con deseo.

Le gustaba sentirse deseado, sentirse poderoso y atractivo.

–Me visto para gustarme a mí, Bright –le dijo, y era cierto–, pero si prefieres no nadar conmigo...

–Todo lo contario. Estoy desando hacerlo.

Le dio unas gafas y un tubo de bucear y el los aceptó con cuidado para que sus manos no se rozasen. Después, le recordó las normas básicas de seguridad antes de meterse en el agua.

–Recuerda estar siempre cerca de mí. No te metas en ninguna cueva solo.

El mar estaba tranquilo, pero siempre podía ocurrir un accidente y él era el experto.

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