CAPITULO 11

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Bright paseó con nerviosismo por el salón. Había llegado temprano y Off y Gun todavía no habían bajado. Win tampoco, y no podía ponerse a buscarlo por la casa.

Su conversación con Off había ido bien, aunque a él le había costado concentrarse. No había podido evitar pensar en la discusión que había tenido con Win en el yate acerca de la compra del traje. Todas las personas que asistirían a la cena esa noche irían muy elegantes y no quería que ninguna mirase a Win por encima del hombro. Él valía mucho más, pero él la había arrastrado a su mundo y tenía que cuidar de él.

Bright se quedó inmóvil. ¿Era ese el motivo por el que estaba tan nervioso? ¿Porque quería cuidar de Win?

Respiró hondo.

Hacía mucho tiempo que no había intentado cuidar de alguien y en el pasado había fracasado. Se le hizo un nudo en el estómago. Apretó la mandíbula y se centró en el presente. Aquello era diferente. Estaba haciendo lo correcto con su amante. A pesar de lo que la prensa decía de él, todavía había cierta decencia en él. Sonrió con cinismo.

Win era orgulloso e independiente, y no confiaba lo suficiente en él como para necesitar su ayuda. Cualquier otra persona habría aceptado su dinero, pero el reaccionaba de manera impredecible.

No había vuelto al yate esa tarde. Cuando Off le había explicado que los chicos iban mal de tiempo y que Win se cambiaría de ropa en su casa, Bright había querido pedirle que le dijese que quería que volviese con él. ¡No había podido llamarlo por teléfono porque no tenía su número! Y no había querido utilizar a Off como intermediario.

Se había sentido impotente y eso no le había gustado. Oyó un ruido y se giró.

–Win.

Bright lo vio en la puerta y se quedó sin habla, incapaz de moverse. Tenía la piel olivácea brillante, lo mismo que el pelo. Se había maquillado los ojos y los labios... y Bright sintió ganas de besarlo.

El traje rojo acentuaba sus curvas, era escotado, pero no demasiado. La tela se ceñía a su pecho y a sus caderas, pero fluyó a su alrededor cuando Win cambió de postura sobre aquellos zapatos que lo hacían parecer todavía más alto.

Bright consiguió reaccionar y se acercó a él.

–Bright –lo saludó el casi sin aliento.

Este lo abrazó, pero él apoyó una mano en su pecho para apartarlo.

–Viene alguien –le susurró el–. Y ya estoy lo suficientemente nervioso como para que me vean con el maquillaje estropeado.

A Bright no le importaba lo que pensasen los demás ni el maquillaje. Win podía dar gracias si no se lo llevaba de vuelta al yate en aquel instante.

Pero cerró los ojos y respiró.

–Bright. ¿Qué te parece el traje de Win?

Este levantó al cabeza y vio a Gun entrando en el salón del brazo de su marido.

–Precioso. Casi tan exquisito como su dueño –le respondió–. Tengo mucha suerte al poder disfrutar de la compañía de dos chicos tan bellos e inteligentes.

Gun sonrió y Off le advirtió que no intentase coquetear con su esposo.

Si Bright no hubiese estado tan ansioso por estar a solas con Win, habría disfrutado de la velada en su compañía. Respetaba a Off como hombre de negocios y tanto él como su esposo le caían bien, pero pronto llegaron otros invitados.

Y la velada no transcurrió como él había previsto. Imaginó que se sentiría menos preocupado por Win al estar rodeado de otros invitados, pero le ocurrió todo lo contrario. Los invitados eran agradables e inteligentes, pero a él no le interesaba nadie. Se sentía celoso por primera vez en su vida.

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