CAPITULO 5

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Win, ¿puedes salir?

El cerró la hoja de cálculo que tenía abierta antes de que su padre pudiese verla. Ya estaba lo suficientemente estresado sin ver las previsiones para ese verano. Luego, se giró hacia él.

–Pensé que ibas a ir al puerto con unos amigos.

Su padre pasaba horas en una terraza a la sombra, arreglando el mundo con una taza de café mientras jugaban a las cartas, pero ese día habían quedado para arreglar el motor del barco del hijo de Niko.

–Voy a ir, pero un poco más tarde.

Estaba sonriente, por lo que no era algo desagradable lo que lo había retenido. Win se dio cuenta de que le brillaban los ojos y tenía la espalda erguida y se le encogió el corazón.

En los últimos meses, entre los dos infartos y las dificultades financieras, su padre parecía haber envejecido diez años de golpe, pero en esos momentos casi parecía tan fuerte y sano como antes.

–¿Qué ocurre? –le preguntó, poniéndose en pie y acercándose a él.

Su padre la agarró de las manos y le dio un beso en la mejilla. El olor a café y a caramelo de menta lo envolvió. Era el olor de su padre. Él le apretó las manos. Le gustaba volver a verlo así.

–Ha venido alguien a verte. Está en la terraza.

–¿Quién es?

No estaba esperando a nadie.

Su padre le guiñó un ojo y sonrió todavía más.

–Alguien a quien te va a gustar ver. Hemos estado charlando un rato, pero yo tengo que marcharme. Así que ve tú. No se hace esperar a los invitados.

Fuese quien fuese, había impresionado a su padre. Salieron al pasillo y, al llegar al final, su padre le dio un beso y se dirigió hacia la entrada principal del hotel tras hacerle un gesto a él para que fuese a la terraza.

¿Ni siquiera iba a presentarlo? Eso significaba que quien lo esperaba era un amigo. Win empujó la puerta mientras se preguntaba quién habría ido a verlo.

Salió y se quedó inmóvil. No era posible. Win pensó que tenía que estar imaginándoselo, que el sol lo cegaba, porque no era posible que Bright Doukas estuviese allí, con las piernas estiradas, bebiendo café y disfrutando de las vistas.

Bright Doukas jamás volvería allí después de lo que él le había dicho. Además, el cocinero del yate había ido a comprar el día anterior y había mencionado que su jefe se había marchado y no pretendía volver en un tiempo.

Tal vez notó su presencia, porque giró la cabeza hacia él y Win sintió calor y un nudo en el estómago.

–Win.

Su voz fue como una caricia que hizo despertar todo su cuerpo. El respiró profundamente. Aquello no tenía sentido. Sobre todo, no entendía que su padre se hubiese puesto tan contento con la presencia de aquel hombre.

Miró a su alrededor, pero no había nadie más en la terraza. De hecho, el hotel estaba completamente vacío. Su padre iba de camino al puerto y Doris estaba pasando la mañana con una amiga. Solo había alojadas un par de parejas que habían ido de excursión al otro lado de la isla.

–¿Qué hace aquí?

Él arqueó una ceja.

–Estoy tomándome un café. Tu padre lo prepara muy bien.

El instinto de protección hizo que Win desease advertirle que no hablase de su padre, que no hablase con su padre. Avanzó despacio hacia él.

–¿Qué le ha dicho a mi padre?

PARAISO COMPARTIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora