—___, ¿qué es esto?— Mi sonrisa se esfumó al ver la cara seria de mi padre. Me acerqué rápidamente a él, para ver que es lo que el sobre contenía, mientras él esperaba una respuesta de mi parte.
Él me tendió el sobre, mi mamá miraba la escena con atención. Abrí el misterioso sobre y mi cara empalideció al ver tres fotos junto con una nota. Las fotos eran de el momento en que Saúl y yo nos besamos, en la fiesta de Antoine. La nota decía:
"Esto recién empieza."
Obviamente, como era de esperarse, no decía quien era el que había enviado eso. Pero estoy casi segura de quien pudo haber sido.
—___, seguimos esperando una respuesta.— Dijo mi papá, yo lo miré seria.
—Papá, puedo explicártelo.— Dije nerviosa. Esto definitivamente no arreglaría las cosas con mi papá. Todo iba de mal en peor.
—Entonces explica, no tengo todo el dia.—
No puedo decirle que Saúl me besó porque siente algo por mi, no quiero generar más problemas en el grupo.
—Fue solo... algo del momento. Lo siento, no pensé. — Dije.
—¿Algo del momento? ¿Es en serio ___?— Dijo él. — Cuando pienso que ya está todo el problema con Antoine solucionado... ¿besas a Saúl? Juro que no te reconozco.
—Ya tuvimos esta conversación antes, por favor dejen todo ahí. — Intervino mi mamá.
Sin embargo, ambos la ignoramos.
—Papá, ya no tengo catorce años. Puedes controlar lo que Giuliano hace, pero no puedes controlar mi vida. — Dije enojada. Siempre todo es lo mismo con él.
—Tanto vos como Giuliano son menores de edad.
—¿Y Gianluca? ¿Por qué el no viajó con nosotros?
—Es distinto, el es hombre, y al parecer es mucho más maduro que vos. — Me gritó. —¿¡Que fue lo que te paso, ___!? ¡Antes no eras así!
—Crecí papá, eso fue lo que me pasó. Y solo quiero estar en Argentina, con mis hermanos, ¡NADA DE LO QUE ESTÁ ACÁ ME IMPORTA, NADA! — Grité. Aunque en realidad, eso era mentira.
—¿Yo no te importo? — Se sintió una voz en las escaleras, lo que provocó que mis padres y yo giráramos para encontrar a mi hermanito con lagrimas en los ojos.
—No es eso, Giuli, yo... — No me dejó terminar, y comenzó a gritarme.
—No quiero que vuelvas a hablarme, vete con tus hermanos, en Argentina. — Corrió escaleras arriba, cerrando la puerta muy fuerte.
—¿Ves lo que haces, ___? ¡Arruinas todo!
—Diego, basta. Es una adolescente y debes entenderla. — Dijo mi mamá intentando calmar la situación.
Subí corriendo las escaleras para hablar con mi hermano. Realmente no quise decir eso, el me importa mucho. En realidad, muchas cosas en España me importan, mi nueva amiga, mis amigos del equipo de mi papá, Antoine, mis compañeros... bueno, ellos no.
Golpeé la puerta de la habitación de mi hermano, y como era de esperarse no contestó. De todas formas, abrí la puerta y lo encontré acostado boca abajo en su cama, llorando. Me sentí realmente una pésima hermana mayor.