EL CURANDERO

5 1 0
                                    

23 de Noviembre del año 2022.

–¡Que no joder!, ¡Que no yo he sido yo!

Mi madre me observa aterrada, todo mi cuerpo temblando sin control.

–Que no joder, que no puede ser, que yo jamas seria capaz de... –un suspiro desesperado, emerge de lo más profundo de mi ser.

–Daniel abre los ojos por favor. –me suplica mi madre, derramando lágrimas sin cesar.

–Que no, que no era eso joder. Por favor déjame que te lo explique...

–Daniel espera...

Intento acercarme a ella, necesito un abrazo, solo quiero sentir algo de calor humano.

–Daniel no te me acerques. –su tono cambia en un instante. –Te lo suplico, tú solo no te me acerques...

–Mamá por favor.

–¡Que no joder! –el grito llena toda la sala. –Mañana vendrán a a buscarte, tienes que irte ya. –se da la vuelta, dejándome solo, con mis manos empapadas de sangre y con eso palpitando frente a mi.

24 de Noviembre del año 2022

Miro a través de la ventanilla, con los recuerdos de anoche aun incrustados en mi mente, mientras avanzamos por la larga y vieja carretera, desgastada por el paso de los años. Los primeros rayos de la mañana iluminan nuestro camino, lleno de altos y verdes árboles a nuestro alrededor. Alargando así el desecho viaje que parece no tener fin. Los párpados me pesan y la cabeza no para de darme vueltas y vueltas. El pálpito de las manos es incontrolable, y a cada metro que me separo de esa casa, pequeñas partes de lo que queda de mi alma se van quebrando poco a poco, desvaneciéndose junto a la tierra elevada por el paso del coche a toda velocidad. Nuestra dirección: El Curandero, oficialmente un centro de acogida de jovenes conflictivos, extraoficialmente una cárcel de menores. Un centro perdido, en la cima de una montaña, en las afueras de un pueblo todavía más perdido. Prácticamente no se sabe nada de él, solo que te acogen y te esconden, sin hacer muchas preguntas. Solo he escuchado rumores del centro, de sus infames orígenes y de sus técnicas inmorales, pero llegados a este punto que más me da que sean rumores o realidades, si ya nada puede afectarme. Mi madre solo quiere esconderme, según ella para protegerme de lo que he hecho, según mi parecer para librarse de mí. Me bajo del coche enfadado con todo lo que me rodea, con el señor de avanzada edad que lleva más de tres horas conduciendo, con el aire fresco que recorre el amplio jardín en el que ha aparcado, con las pocas personas que veo a lo lejos caminando con una sonrisa entre los dientes, pero sobre todo estoy enfadado conmigo mismo.

¿Cómo coño he hecho yo eso?

–Vete. –escupo enfadado.

–Pero señor... –trata de carraspear mi supuesto chofer.

–Que te vayas ya te digo.

–Tu madre quiere que la llames antes de entrar, antes de todo.

–Puedes decirle a mi madre que se vaya a la mierda.

Cojo la pequeña mochila negra y desgastada que traigo y me dispongo a caminar hacia lo que parece ser la entrada del edificio.

–Si crees que después de obligarme a esconderme y venir a este estúpido sitio te voy a perdonar, lo llevas claro. Por mí puedes morirte. Olvídate de mí, aunque bueno me imagino que eso ya lo habrás hecho... Que te den madre. –Las palabras ahogadas de mis pensamientos, se quedan suspendidas en el aire.

Observo mi alrededor. Nadie me mira, a nadie le importa que esté yo ahí. Estiro el asa de la mochila y con un profundo suspiro, me adentro en ese nuevo mundo.

TE QUEDAS SIN TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora