¿DULCE O SUSTO?

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Un edificio con poca altura, pero enormes dimensiones, se alza ante nosotros. Los cuatro, alineados horizontalmente como si de Caza fantasmas nos tratáramos, damos el último suspiro antes de aventurarnos a tocar la puerta y enfrentarnos a nuestra primera fiesta de residencia, bueno al menos la de nosotros tres. Sammy se adelanta y me coge de la mano hasta guiarme justo enfrente de las dos puertas de madera refinada, con un pomo colgante en forma de bastón, que tiene la utilidad de timbre. Puertas de pueblo, siempre sin timbres eléctricos.

Un chico con el pelo liso y teñido de azul nos abre la puerta.

–¿Quién se atreve a llegar más tarde de lo tarde que se ha de llegar? –solo con la voz se le nota la cantidad de combinados que lleva encima.

–¿Eric? Soy yo, Sammy. –este parece dudar unos efímeros segundos, hasta que con dos pestañeos sonríe y la abraza de par en par. El efecto del alcohol supongo. –Chicos os presento a Eric, un viejo amigo. Eric, estos son mis nuevos amigos, Sam, Val y, –se toma una pequeña pausa, acompañada de una sonrisa llena de complicidad, –mi Dani.

–¿Tu Dani? –escucho, muy sorprendida, a Val gruñir entre dientes, crucificándome con la mirada.

–Encantado, yo soy Sam. –dice estirando su brazo, uniéndolo con Eric, como si se conocieran de toda la vida.

–Adelante hermano, sois todos bienvenidos. Bebed mucho, no me la líes demasiado y disfrutad al máximo. Ah, y si veis una puerta con algo colgando en su pomo, ni se os ocurra abrirla, a no ser que os guste la acción. –eso ultimo repasando el disfraz de Val, de arriba a bajo.

Y con esas sabias palabras, Eric entra a la residencia y se pierde entre el abismo de gente que vemos al cruzar el umbral de las puertas.

–Por dios, cuanta gente. –La voz de Val y la mía se entrelazan y se pierden entre la música y los gritos de todas las personas bailando en mitad de lo que parece ser la entrada de una biblioteca.

–¡¡Uuueee!! –Sam grita, anunciando su llegada y uniéndose a ellos.

Nadie parece sorprendido de vernos aquí, tres completos desconocidos y todo el mundo sigue bailando y bebiendo como si nada pasara.

¿Como haran para gozar de tal tranquilidad?

Val sale de inmediato en busca Sam, para no perderlo entre tantos vasos alzados. Sammy me mira y con un beso en los labios, me empuja, guiándome entre la gente hasta llegar a la cocina.

–¿Quieres algo más para beber Dani?

–No gracias, estoy bien por ahora.

–¿Seguro?

–Si, tranqui.

–Claro, tranqui. –dice Sammy, acabándose de servirse un chupito de una botella con la etiqueta de Tequila picante.

–Uao, tiene pinta de ser fuerte.

–Bueno he probado cosas peores y mejores. –sus ojos recorren por completo mi cuerpo disfrazado de dios griego.

–¿Bailamos?

–No sabía que bailaras Dani.

–Y no lo hago, pero qué más dará eso, cuando hay música el cuerpo se mueve solo.

Y así nos pasamos un buen rato, riéndonos, besándonos y bailando al ritmo de musica digna de cualquier fiesta de fraternidad que se precie.



VAL Y SAM


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