RECUÉRDAME

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Un dolor punzante ataca mis rodillas, impactar después de un salto contra el suelo es demasiado doloroso. La cabeza me va a estallar y encima no puedo ver casi nada. Me levanto pasando la mano sobre la pared en busca de algún enchufe, pero nada. Suelto gruñido, maldiciendo con el brazo y de golpe la habitación se ilumina.

–Sensores de movimiento... –niego con la cabeza.

Automáticamente mis ojos buscan la puerta y cuando la veo avanzo con rapidez hacia ella, hasta que noto un tirón del antebrazo y un fuerte dolor me hace soltar un chillido.

–¡Aaaaa! –una pequeña aguja clavada en mi antebrazo, unida a un clave que a su vez esta unido a una gran maquina pegada a la pared, acaba de arrancarse mi piel, causándome un intenso dolor. –Joder, me cago en... Puto liquido.

¿En qué habitación estarán los chicos?

Salgo y corro por los pasillos en busca de alguna puerta diferente, algún ruido que me guié o la más mínima señal que me diga donde están. Gotas de sudor deslizándose por mi frente, mientras veo pasar puerta tras puerta, todas iguales. El cansancio, tensa mis músculos, acelerando mi ahogada respiración.

–¿Y ahora que coño hago? –me pregunto a mi mismo.

–Te quiero Val, gracias por salvarme la vida. –la voz de Sam llena de alegría mis oídos, me seco las lágrimas cuando echo a correr con todas las fuerzas que me quedan, hacia la puerta del fondo. Me abalanzó sobre ella, girando el pomo de una manera imposible.

–¿Chicos?

Bajo la mirada y al fin los veo, ambos en el suelo, abrazados con los ojos cerrados.

–¿Dani? –Sam levanta su mirada y veo su dolor reflejado en sus ojos.

–Ya estoy aquí tío, perdona por tardar tanto.

–Joder tío. –rompe a llorar y me abraza con fuerza.

Val viene tras él y los tres nos quedamos abrazados, dejando pasar el poco tiempo que nos queda.

–Val. –susurro sin darme cuenta.

–Dani. –nuestras frentes se unen y nuestras narices se rozan.

–Ya estoy aquí. –muevo ligeramente la mía de una lado al otro.

El cuarto en el que están, está lleno de focos por todas partes, incrustados en las paredes. Creo que al abrir la puerta, de alguna forma, los he apagado.

–Tenemos que salir de aquí chicos, ya.

–Y que lo digas. –Sam me sigue.

–¿Pero a dónde vamos? Aún no podemos volver, seguimos expulsados. –Val se lleva las manos al pecho.

–Eso da igual, tenemos que volver.

–No podemos subir la montaña ahora, es de noche, no llegaremos. –Sam niega con la cabeza.

–Lo sé, por eso no iremos por la montaña.

–¿Y cómo pretendes volver entonces?

–Por el pasadizo.

–¿Qué pasadizo? –Val me mira fijamente.

–La parte de abajo, es un pasadizo que lleva directamente al Curandero.

–¿Cómo lo sabes? –La mirada de Val me sigue confusa.

–Es muy largo de explicar chicos, os juro que luego os lo contaré todo, pero ahora tenemos que irnos lo antes posible. No nos queda tiempo. Por favor. ¿Confías en mí?

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