PRIMERA VEZ

1 1 0
                                    

¿Cómo explicar las emociones?

¿Qué hace que alguien te guste?

Es increíble el efecto que puede llegar a ejercer sobre nosotros un pequeño cambio en nuestra vida, como varían nuestras emociones en menos de las veinticuatro horas que tiene un día, como ser capaces de entender que nos hace sentirnos a gusto e ilusionados por una cosa en un momento del día y al rato estar tristes o asustados.

Ese porcentaje de bipolaridad que todos llevamos dentro, ese que a veces hace que no nos aguantemos a nosotros mismos o que estemos eufóricos sin sentido. La bipolaridad es una enfermedad que por desgracia, es un tabú para la mayoría de personas. Y no debería de ser así. Debería de ser aceptada, ser estudiada y así se podría ayudar a la gente a vivir con ella. Pero eso no pasa. Por eso mucha gente crece sin saber gestionar sus emociones, y la hora de enfrentarse al mundo y sus problemas, porque si, siempre habrán problemas, no saben cómo reaccionar, porque no saben qué sentimientos les despierta la vida.

Por eso cuando vemos nuestro reflejo en el espejo, nos cuestionamos tantas cosas. Porque a nuestro cerebro le cuesta mucho interpretar que está viendo, o mejor dicho, que siente al vernos a nosotros mismos. Por eso al verme en este espejo tan grande, los nervios me invaden y las ganas de salir de la casa Sammy eclipsan mi corazón, empujando mis piernas. Pero la voz de Val, me trae de nuevo a la realidad, me trae de nuevo al portal y la imagen de Sammy atrae mi cuerpo al interior de la casa.

–Guau, qué casa tan grande por dios... –Sam alucinando a cada paso que da.

Ya que el gran espejo, envuelto en un marco de un negro material, con rocas brillantes a su alrededor, no es lo único que llama la atención de este hogar. Es enorme, tres pisos, llenos de muebles nuevos, sin polvo en las paredes, todo lleno de la última tecnología y cuadros antiguos como los del centro. Es una mezcla realmente curiosa.

–¿Esos cuadros no se parecen a...? –la voz de Val es cortada por el grito de Sammy.

–¡Chicos! Bienvenidos a mi humilde morada.

–¿Humilde? –Sam y yo a la vez.

–¿Te gusta Dani?

–Es curiosa Sammy, como su dueña supongo.

–¿Curiosa? Mhm un adjetivo curioso... –risas hacen brillar sus labios.

–¿Y vives sola? –Interrumpe Val.

–Mis padres están siempre de viaje, así que si. Solo se preocupan de mandar dinero y comida. Se vive, ¿cómo decirlo? Más cómoda.

–Así que vives sola... –Sam habla, sin dejar de tocar absolutamente todo lo que ve a su alrededor.

–¿Y a que se dedican tus padres? –No para de insistir Val.

–Val de verdad no la molestes. –Digo embobado, observando el vasto salón enfrente de mi.

–¿Te molesto Daniel?

–Venga chicos que no quiero causar problemas, aún quedan un par de horas para la fiesta y tengo una piscina climatizada esperando, ¿que me decís?

Sam tan siquiera se molesta en responder, ya tiene la camiseta fuera y solo le falta saber cómo se llega a la piscina para echar a correr.

–Por la segunda puerta, bajas las escaleras y la veras. –Le dice Sammy a Sam, viendo sus abdominales relucir, señalando al fondo del salón.

–¿Pero qué os pasa a los dos? –Un hilo de voz proveniente de Val, alcanza mis oídos antes de perderme entre puertas, escaleras y el agua caliente.

–Entonces, ¿os gustan los disfraces chicos? –Sammy con un vaso alargado en la mano, lleno de una mezcla de una bebida alcohólica de color negro y una energética, les pregunta desde la tumbona.

Samuel lleva un disfraz de Robin Hood al cual le falta la camiseta, no por ego suyo, sino porque era lo único que no le entraba. Con un arco colgando de su espalda y un gorro verde, con un pluma roja caída en la punta. Todo un justiciero, sino fuera por el vaso, esta vez pequeño y redondo, lleno de un líquido alcohólico marrón con sabor a canela. Val por su parte ha optado por un disfraz de bruja, que suerte para todos, es un tanto provocador. Una falda a cuadros rojos contra negros, calcetines largos completamente negros, un top rojo con llamas en los brazos y un sombrero con punta retorcido, de un negro mate lleno de potencia y poder. Con su varita a juego obviamente.

La verdad es que no le queda nada mal, nada pero que nada mal. No, para, yo no soy así. Desde cuando me fijo yo en esas cosas, desde cuando miro yo así a Val.

¿Qué me está pasando?

¿Serán los combinados que me ha dado Sammy?

¿O serán ellos que están despertando al Daniel que yo ya daba por muerto?

–¡A mí me encantan Sammy! –la voz de Sam llena de alegría y euforia, resuena fuerte, para estar en la otra punta de la piscina.

–No sabía que existían las piscinas de agua salada. –por primera vez Val suena sorprendida y alegre, por algo, desde que hemos conocido a Sammy.

–Siempre hay una primera vez para todo chicos. –Sammy ríe, con los rayos del sol realzando sus perfectos rasgos. –Bueno, ellos ya tiene sus disfraces listos y yo también, solo faltas tu Dani. –Sammy sentada a mi lado, cruza sus ojos con los míos. –¿Qué hacemos Dani?

Lleva puesto el mejor disfraz de todos, mitad ángel, mitad demonio. Un lado totalmente blanco y sedoso y otro negro y rojo con arrugas y un tacto hostil. Una combinación perfecta. Con una diadema de plumas alargadas, mitad blancas brillantes y rojas fuego. Con alas en forma de corazón, de plumas negras colgando a su espalda.

–Creo que tengo el disfraz perfecto para ti. Sígueme.

Veo como el líquido baja de su vaso, relame sus húmedos labios con su lengua, mientras mis pulsaciones alcanzan niveles preocupantes para un nuevo y joven adolescente que acaba de volver a sentirse normal como yo. La sigo, mientras salimos de la zona de la piscina y subimos por unas escaleras de caracol, hasta llegar a lo que parece ser un vestidor. Una cama en forma de ala, es lo único que ocupa la habitación aparte de una alfombra de un pelaje azul y el pasillo lleno de perchas con todo tipo de prendas colgando.

–¿Y toda esa ropa?

–Me gusta la moda Daniel, no me juzgues. –me guiña el ojo, perdiéndose entre conjuntos.

Un poco mareado, decido recostarme sobre un cojín en forma de nube encima de la cama. Nada más tocar el colchón, este me envuelve de una forma tan sutil y relajante, que es casi placentera. El calor empieza a subirme por las rodillas y todos los problemas en mi cabeza parecen carecer de importancia.

–Lo tengo, –Sammy porta una tela blanca, con una especie de cuerda dorada y una diadema de hojas en sus manos.–seguro que te sienta genial.

–¿De que es?

–¿Confías en mí Daniel? –su voz parece un susurro.

–Claro que sí. –mis labios responden solos.

–Tranquilo, yo no miro. –Dice tapándose los ojos con las manos, cambiándome el sitio, quedándome de pie y ella tumbada.

Sonrío y comienzo a quitarme la ropa, se que me está viendo, veo sus ojos mirar a través de sus dedos, pero me da igual. Me gusta que me esté mirando. Y el calor ya se ha apoderado de todo mi cuerpo y mi mente es incapaz de pensar con claridad.

–Me equivocaba, no te queda genial...

–Aun no me lo he puesto, solo llevo los calzoncillos.

–Por eso lo digo, te quedan espectaculares, no geniales.

Y es lo último que escucho antes de notar sus labios sobre los míos, rozando y encendiendo emociones que estaban apagadas en mi. Su lengua jugando con la mía y mis manos abrazando todo su cuerpo. Nos dejamos caer en la cama. Los jadeos y el calor envuelven nuestros cuerpos desnudos, con los disfraces como únicos testigos de mi primera unión física.

TE QUEDAS SIN TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora