Capítulo 16

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Madelaine miraba por la ventana del taxi, los colores, los edificios a su alrededor parecían nuevos, un lugar desconocido en un lugar conocido

-Ha cambiado todo tanto... -dijo para sí

-¿Hace mucho que no viene? -preguntó el taxista

-Cinco años... -dijo Mad con un suspiro

El resto del trayecto escuchó al taxista parlotear sobre las construcciones nuevas de la ciudad, de su opinión sobre lo que tendrían que haber hecho y las cosas buenas y malas que la alcaldesa había hecho, pero Madelaine solo lo escuchaba a medias, pues su mente estaba lejos de allí. A medida que el paisaje se hacía cada vez más conocido los nervios iban a más. Suspiró y pagó al taxista cuando la dejó en su destino. Bajó del taxi.

Lo primero que vio fue el letrero "Villa Naranjo", la fuerza de la costumbre hizo que se llevase la mano al bolso para buscar las llaves, se detuvo a medio camino, aquella ya no era su casa, aparte, hacía mucho que no tenía llaves del lugar. Se apoyó en un coche cercano, mirando la puerta de la casa, tomándose unos minutos para reunir la fuerza de voluntad para llamar.

-¿Intentando escaquearte? -llegó una voz detrás de Madelaine

-Reuniendo valor -dijo Madelaine con una sonrisa girándose hacia la joven que le había hablado-. María, estás enorme

-Es lo que tiene cinco años -la joven la abrazó con cariño-. Mamá agradecerá que hayas venido

-A pesar de todo seguís siendo importante para mí -dijo Madelaine-, no podía rechazar la invitación

-¿Entramos? -preguntó María

-Sí...

Madelaine respiró hondo una vez más mientras María llamaba al timbre, al instante le abrieron la puerta.

Madelaine cruzó las puertas y se dio cuenta de que todo seguía exactamente igual, miles de recuerdos le vinieron a la mente mientras pisaba el camino de piedra que iba hacia la casa principal

-Pero si ha vuelto la hija pródiga -dijo Ana apoyada en la puerta de la entrada

-Milán qué raro tú por aquí -dijo Madelaine con una amplia sonrisa abrazando a su amiga

-¿Estás bien? -susurró Ana al oído de Madelaine, la pelirroja sonrió asintiendo mientras le daba un beso en la mejilla a Ana, cuánto la había echado de menos

-Iré a avisar de que estás aquí -dijo María subiendo las escaleras

-¿Hace mucho que has llegado? -preguntó Ana llevando a Madelaine a la terraza

-No, hace dos horas, he soltado todo en el hotel y he venido. ¿La has visto? ¿Está muy mal?

-No, ella...

Las dos mujeres se callaron cuando escucharon un golpe, las dos miraron y vieron a un pequeño de cuatro años caerse al suelo, aun llorando el niño se puso en pie intentando pegarle a Unai, pero tropezó de nuevo con la mala suerte de caer dentro de la piscina. Las dos se levantaron corriendo, Madelaine se tiró a la piscina y cogió al niño que comenzó a toser

-Unai tonto -dijo haciendo un puchero

Unai ladraba y se movía impaciente en el extremo de la piscina

-Unai quieto -dijo Madelaine sabiendo que estaba a punto de tirarse a la piscina

Madelaine fue hacia las escaleras de piedra y comenzó a subir con el niño en brazos que estaba agarrado a su cuello.

-Vamos a curar esa herida -dijo Madelaine yendo hacia el cuarto de baño, sin importarle mojar todo en el camino

-Madelaine él es... -dijo Ana sería

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