12 Cartas

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Por otro lado, Albus recibía correspondencia de Raven. Él creía que de todo esto iba a salir algo bonito. Últimamente había cambiado, no era un pervertido cono hace unas SEMANAS. Solo tenía ojos para algo que no veía: su futura relación con Raven. Estaban desayunando y Albus embobado apenas había tocado una mísera tostada.

-¿Todo bien, Albus? - preguntó su amigo Scorpius con la boca llena. - Apenas comes y suspiras demasiado. ¿Tienes diarrea?

-Parece que alguien se está enamorando... - dijo Danelle mientras se acercaba. Rose observaba disimuladamente. Scorpius no se percató de su mirada.

Scorpius se levantó, cogió una servilleta y se limpió. Corrió hacia Rose y la robó un beso. Polly, James y Danelle se quedaron boquiabiertos. Scorpius se fue andando lo más rápido que pudo.

-¿Qué narices acaba de pasar? - preguntó James.

-¿No sabías que estaba con Scorpius? -preguntó Rose con confusión pero mostrando tranquilidad.

-Si, si. Le invitaste en Navidad. -dijo James. - Pero como le veía mucho con Laurent pensaba que habíais roto o algo. -le contó James con los hombros encogidos. - Además, me lo dijo Polly.

En ese momento Polly y James empezaron a morrear delante de Rose... por unos largos dos minutos pero a los treinta segundos ella ya se había acercado a Albus.

En ese momento llegó el correo. Rose cubrió su cabeza con un libro para que no le cayera excremento de lechuza.
Justamente había una carta para ella.

-¡Albus! ¡James! ¡Lily! ¡Hugo! - les buscó Rose. Cuando ya estaban los cinco y Lyssan reunidos les dijo-: ¡El abuelo Arthur ha muerto!

Todos quedaron impactados ante esa noticia. El que más fue James, él tenía una gran relación con sus abuelos (los vivos, aunque Arthur ya no lo estaba).

Rose estaba triste, tan solo una semana antes de irse de vacaciones pasaba esto. Él estaba muy débil pero de todos modos... Hugo siempre tuvo un cierto resentimiento hacia su abuelo por el innegable favoritismo hacia su hermana. Por lo que no se sintió tan mal como los demás. Por supuesto, era un palo, pero no era un golpe que te dejaba una herida, ni siquiera un pequeño moratón. Tan solo un simple rasguño.
Lily, por otra parte, no supo reaccionar, nunca le habían pasado tantas desgracias a la vez. <<Desdichada sea la vida>> pensaba en su cabeza.
James se negó a irse al partido y Albus, herido, dijo que lo mejor era seguir con sus vidas. Tal y como el abuelo hubiese querido.
Entre sus manos también tenia una carta. No desgarradora como la de Rose, se trataba de una carta por parte de Raven.

Estimado Albus:
Todo va bien en Londres. Ya le han dado mi custodia a mis tíos. El entierro será durante este fin de semana y por supuesto, estás invitado. Podrás probar un poco de jamón español, puesto que volvemos a España para realizar el funeral. Dabria está emocionadísima de que vayamos a ser hermanas (yo también), pero todavía no puedo olvidar a mi familia. Me duele no haber estado ahí cuando todo esto pasó. Espero pasar página pronto. Hablando de otro tema, ya tengo toda la herencia de mis padres. Soy casi rica. Solo me faltas tú. Nos vemos en menos de lo que se dice la palabra "Quidditch".
Con amor,
Raven.
PD: No le digas nada a Rose no se vaya a animar demasiado.

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Scorpius y Albus iban apurados a clase de pociones. Les tocaba dos sesiones de pociones todos los jueves con Gryffindor.
Justo al llegar, Scorpius, se chocó contra una chica pelirroja.

-Lo siento mucho- se disculpó Scorpius mientras se agachaba para recoger los libros de la chica.
Al levantarse, sus cabezas chocaron y sus caras acabaron muy cerca. En ese momento, Scorpius se percató de que se trataba de Rose y la dió un pico. Rápidamente entraron los dos a clase, dejando a Albus solo atrás, teniendo que sentarse con el pedorro de Gryffindor.

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Después de toda una mañana agotadora, entre abuelos muertos y cartas romanticonas clandestinas llegó al fin la hora de comer. Rose fue hacia la mesa de Hufflepuff y se sentó junto a Lyssan.

-Hola -saludó Rose.

-Hola, Rose -saludó él de vuelta-. Lorcan me ha contado de lo de tu abuelo. Lo siento.

-Es algo que todos sabíamos que tarde o temprano iba a pasar -respondió Rose. Lyssan no supo qué decir después y siguió comiendo. Rose empezó a comer también aunque no tenía mucha hambre y el silencio se volvió algo incómodo, así que ella decidió ir directa al grano:-. Ahora que no está Dabria, ¿tienes con quién ver el partido del próximo sábado?

-No.

-¿Vienes conmigo? -propuso Rose.

- ¿No vas a ir con tu novio? -preguntó Lyssan. Para él las cosas se estaban volviendo un poco raras.

-Bueeeeno, es una larga historia, pero quiero darle celos -resumió Rose.

-¿No le darás más celos yendo con alguien a quien le gustes? -inquirió Lyssan.

-Pero si lo haces los dos salimos ganando. Todo el mundo menos Dabria sabe que te gusta Dabria. Todo el mundo sabe que Scorpius me ha puesto los cuernos. Es una ayuda mutua, Scorpius se pone celoso y Dabria tal vez descubra que puede perder un diamante si te deja pasar. ¡Todo son ventajas! -Rose sabía perfectamente cómo hacer que Lyssan cediera con su punto débil y no dudó en utilizarlo en su contra. Mientras tanto, Lyssan le daba vueltas al coco mientras masticaba el mismo cacho de pollo por 2 minutos.

-Me lo pensaré. Ya si eso mañana te cuento -declaró. Rose se fue satisfecha porque sabía que cuando Lyssan decía "Me lo pensaré" era como si dijera "". Volvió a la mesa en la que estaban Albus, Scorpius y Danelle.

-Holaa -saludó Rose. Se sentó al lado de Scorpius y se ganó una mirada asesina por parte de Danelle.

-Hola, prima -saludó Albus, esta vez con el mismo apetito de siempre, metiéndose un muslo de pollo en la boca.

-¿Qué hablabas con Lyssan, Rose? -preguntó Scorpius.

-Ah, pues me dijo esta mañana que Dabria se fue con Raven y no tenía con quién ir al partido, así que me ofrecí a ir con él. ¿Por?

-No, por nada -contestó Scorpius-. Es que os veía charlando muy animados y me entró curiosidad -hizo incapié en el "muy"-. Entonces, ¿irás con él?

-Sí. Total, tú tienes a Danelle, ¿no? -las palabras de Rose dejaron caer el rencor que le tenía a Danelle y en parte a Scorpius por haber traicionado así su confianza. Dicho esto se fue de nuevo, esta vez con los de su mesa.

-Pues no es por malmeter ni nada pero... -empezó a decir Albus-, te digo yo que como tú la has puesto los cuernos ella te va a poner los cuernos a ti, Scorpius -en cuanto terminó la frase se metió una patata cocida en la boca.

El legado maldito pt. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora