-5-

15 6 5
                                    

El sabor de la bebida no era nada comparado con el poder de los síntomas que empezaba a manifestar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El sabor de la bebida no era nada comparado con el poder de los síntomas que empezaba a manifestar. La playa completa empezó a dar vueltas. Como el cielo ya estaba lleno de estrellas, me resultaba difícil enfocar algún punto que ayudara con ese mareo extremo.

Amea se acercó más a mí, como procurando sujetarme si es que llegaba a desmayar. Yo estaba tan perdida que ni siquiera me di cuenta del momento en el que caí de bruces al agua.

El cielo desapareció bajo el manto negro del océano. Amea me había tomado de la mano, así que cayó conmigo; sin embargo, no parecía que esta vez quisiera sacarme, sino que estaba acompañándome en ese trayecto hacia el fondo del mar.

Como no estaba consciente, no recuerdo con precisión todo lo que estaba admirando en el camino, pero en cuanto mi mente volvió a iluminarse y mis ojos se abrieron, noté los alrededores.

La presión que se siente cuando estás sumergido en el agua estaba presente, pero de una manera mucho más tenue. Como si fuera el resultado de un día con mucho viento. Quise seguir aguantando la respiración, porque no tenía idea de si había funcionado esa bebida.

El lugar en el que estaba se encontraba absolutamente oscuro, sin una pizca de luz que dejara ver si faltaba demasiado para llegar hasta el fondo. Recordaba que mis padres me habían dicho que el fondo del mar era un lugar sumamente peligroso. Los lugareños que habían buceado hasta ahí, comentaban que la presión era insoportable y los animales que puedes llegarte a encontrar son espantosos.

Mamá decía que eso era una mentira, porque en realidad nadie había logrado llegar hasta allá, sino a una zona que estaba muy cercana. Yo, en ese momento, estaba emocionada porque iba a comprobarlo.

El cabello de Amea estaba flotando por todas partes. Era lo único que le daba un poco de iluminación a esa escena, puesto que los finos hilos de luz de luna se reflejaban fuertemente en sus escamas rosadas y en el precioso tono de piel que tenía.

Ya no podía aguantar más la respiración y comencé a hacerle señas a la sirena, para que me ayudara. Creía que iba a desmayarme de nuevo si me dejaba a mi suerte, pero en realidad ella se mostró muy tranquila.

¿Había sido una trampa para matarme? En realidad, también había escuchado mucho sobre las sirenas malignas. Aquellas que utilizan su poder para encargarse de hundir a los marinos o para volver a los humanos a la ruina. Sentí que el corazón se me helaba al imaginarme que mi nueva amiga era una de ellas y que yo ya había caído en su trampa sin más remedio.

Las dudas quedaron apagadas, cuando aquella me tomó del hombro y dijo en una voz que se vio envuelta por burbujas: "Respira".

Claro, aquello significaba que todo había salido conforme al plan, así que con toda seguridad, y un gran alivio en mi alma, dejé de aguantar la respiración y procedí a respirar como siempre.

No tengo las palabras para poder compartirte cómo es que se sentía respirar bajo el agua. Para mí, era como si cada parte del agua que se introducía por mi nariz, en algún punto se volvía un ligero oxígeno que recorría mi cuerpo y, de hecho, me hacía sentir más viva que nunca.

Solté una risa, que también se vio un poco apagada por el agua que rodeaba el sonido, y finalmente intenté dar un brinco sin éxito.

La sirena soltó una risa, seguramente le parecía la creatura más chistosa que había visto en mucho tiempo. Me tomó de la mano y me sonrió, parecía que me pedía prepararme, y después tomó impulso para comenzar a nadar lo más rápido que alguna vez pude haber nadado.

Al principio, tenía mucho miedo, porque seguía sin ver nada. Tan solo sentía la corriente de agua que pasaba a un lado de nosotras y que se deslizaba por todo mi cuerpo como un rayo de energía. El corazón me estaba latiendo más de lo que podía soportar, pero al final, empezó a disminuir su ritmo cuando aquellos hilos de luz se volvieron cada vez más anchos.

Podía ver que el agua daba un brillo azul turquesa, la arena estaba quieta y tranquila en el fondo, así que sabía que ya habíamos llegado ahí. En ese instante, volvía a recordar lo que decían los lugareños sobre las zonas como esa. Quizá el lugar en el que vivía mi nueva amiga estaba infestado de monstruos de muchas cabezas, que me comerían en un segundo.

La luz siguió aumentando. Parecía que estaba en plena conquista de un reino, porque se escurría cada vez con más astucia y pronto cubría zonas enteras. Con aquellas, pude observar las cosas que rodeaban nuestra ubicación. Creí que me estaba volviendo loca, porque los detalles eran alucinantes.

Las conchas marinas estaban alineadas, brillantes, como si estuvieran espolvoreadas de algo tremendamente especial. También había indicios de construcciones, algas marinas tejidas y un montón de puntos sobre las rocas, que parecían ser una especie de decoración.

Pronto, mientras más seguíamos avanzando, la luz se hizo total. Hasta ese punto me pregunté de dónde es que provenía, puesto que la luna ya había quedado muy, pero muy atrás. Además, aquella parecía más bien la luz del sol, que estaba acompañando a todas las pequeñas creaturas marinas.

De espeluznantes no tenían nada. Diminutos pecesitos verdes que deambulaban por ahí. Resultaban adorables e imposibles. Intenté tocar uno, pero Amea jaló mi brazo, como indicándome que aquello no era lo correcto. También había hermosas estrellas de mar y otros peces de colores tan divinos que me pareció una pena no haberlos visto jamás.

A lo lejos, noté que había una especie de colina. Estaba conformada por pura arena y por algas marinas, pero tapaba la visión del frente con mucha firmeza.

Amea volteó en ese instante y me miró con seriedad.

—Lo que vamos a ver es algo absolutamente secreto, y solamente te lo estoy mostrando porque eres la única que puede ayudarme a encontrar a mi hermana —aclaró clavando su mirada en mí.

Yo asentí asustada, no estaba segura de lo que mis ojos estaban a punto de ver, pero sentí la adrenalina recorrerme tanto como el mismo mar.

Seguimos avanzando hacia la colina, yo cerré los ojos sin querer, porque siempre lo hacía cuando algo verdaderamente emocionante o espeluznante estaba a punto de sucederme.

Finalmente, sentí que Amea se detuvo. Me tardé un momento en quitar mi brazo de la vista para observar lo que tenía en frente.

Si alguna vez te encuentras en la misma situación, te recomiendo que seas valiente, porque cada noche me pregunto cómo es que todo hubiera lucido si es que lo hubiera apreciado desde el primer instante.

Exhalé con el alma saliendo en esta acción, porque lo que estaba frente a mí, había provocado que mi espíritu me abandonara para poder admirar todo con sus propios ojos.

Exhalé con el alma saliendo en esta acción, porque lo que estaba frente a mí, había provocado que mi espíritu me abandonara para poder admirar todo con sus propios ojos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los errantes cuentos de Rosie Rodríguez ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora