-8-

7 4 1
                                    

La puerta del establecimiento se abrió

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La puerta del establecimiento se abrió. Miré las paredes, que también estaban llenas de suciedad y de detalles poco agradables. Roderique me tomaba por la cintura. No estaba segura de si aquello lo hacía para cuidarme o si lo hacía para no dejarme escapar. Cualquiera de las dos, en realidad no quería que me soltara, porque la apariencia de la persona que estaba ahí, mirándonos a todos resultaba intimidante.

Los ojos eran saltones y particularmente detestables. Era como si se los hubiera transferido algún tipo de monstruo. Me estremecí cuando Roderique me pidió que lo saludara. Era una niña pequeña enfrentándome a los deseos del pirata, tan solo con la ilusión de... en realidad no sabía de qué, porque todo lo que pasaba en esos instantes estaba pudiendo mucho más que la capa de ilusión.

Recurrí a una pequeña risa nerviosa para desestresarme. Observé el punto medio del salón, para quedarme menos nerviosa y saludé a la nada, como si aquello hubiera sido lo que me estaban solicitando.

Finalmente me di cuenta de que las miradas del resto de las personas también estaban sobre mí. Un porte diferente, una belleza... bueno, no tengo que decírtelo, en realidad es que era absolutamente espectacular. Me encontraba tan impresionada por la manera en la que yo era admirada que quizá algo de tranquilidad se posó sobre mí.

Sí, en definitiva me ayudó a percibir cómo es que a la gente se quedaba pasmada conmigo. Alimentó, por supuesto, mi idea de que éramos superiores, porque en realidad yo tenía muy claro cómo es que nuestro mundo y el suyo funcionaba. Ya había tenido demasiado en el de ustedes.

Roderique también percibió lo mismo, porque empezó a caminar con mucha más confianza a mi lado. Estaba totalmente inmerso en la manera en la que toda la atención nos rodeaba. Parecía que también le gustaba, así que colocó una de sus manos en mi espalda, como intentando confirmar que yo venía con él.

La persona del mostrador soltó una risa y yo me quedé congelada por un breve instante al notar que atrás de él había un montón de objetos marinos.

—¿Cómo los obtuvo? —solté, al notar que aquellos eran verdaderos artefactos de mi mundo.

El hombre abrió más la mirada. No lo sabía, pero estaba confirmándole la naturaleza de mi presencia. Roderique y ese hombre sabían mucho más de lo que deberían. Pensé en el amuleto. ¿Sería que en verdad era real?

—Sabes a lo que vengo. Tengo que hablar con él —dijo Roderique con el gesto totalmente serio.

Su interlocutor asintió y nos hizo una seña para que lo siguiéramos. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los errantes cuentos de Rosie Rodríguez ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora