-5-

8 4 10
                                    

Dormir en el mundo humano es muy distinto, bueno, aunque claramente tú lo sabes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dormir en el mundo humano es muy distinto, bueno, aunque claramente tú lo sabes. Dormir aquí es mucho mejor, porque siempre hay bienestar. Ustedes tienen demasiado frío, calor, viento y algunas complicaciones para mantenerse en esa tranquilidad que deberían.

Como sirena, tan solo puedo recordar hermosas noches plácidas en las que no había nada más que mi intención de descansar. Cuando eres un humano, tu mente no se calla. Sé que yo no era completamente humana en ese momento, porque me percibía así, pero algo que definitivamente pude experimentar es el caos de su mente.

Su mente, es como un pañuelo molesto en el que están depositadas las cosas que no deberían. ¿Por qué estaba repasando conversaciones y dudando si lo que hacía era correcto? Me parecía de lo más tonto y de lo menos útil que había vivido. Yo quería descansar, ¿por qué era que mi cerebro estaba empeñado en no dejarme hacerlo?

A consecuencia, desperté un poco cansada. Sentía los ojos secos y la piel partida, nunca me había percibido de esa manera, así que seguramente portaba un aura desagradable.

—¿Te mareaste con el barco? —preguntó Roderique con una sonrisa en cuanto me vio.

No parecía preocupado, sino más bien enternecido por mi presencia.

—Claro que no —respondí un poco ofendida. A las sirenas no nos marea el agua—. Es que no pude dormir tan bien, pero no importa.

Roderique asintió. En tiempos posteriores, tuve la oportunidad de reflexionar por qué siempre hacía ese tipo de gestos. La respuesta resultó dolorosa, pero finalmente era lo que necesitaba escuchar: Nunca me hacía caso.

¡Así es! Uno puede pensar que es imposible charlar solo o que es una locura seguir conversando con alguien que no te está haciendo el más mínimo caso, pero definitivamente uno puede encontrarse en esa situación.

En las conversaciones de Roderique, solamente existía él. Aunque, a mí me gustaba tanto que en realidad no me importaba. Me agradaba lo que contaba, resultaba toda una aventura. En ese día, el sol estaba brillando fuerte, así que aprovechó para agregar más dramatismo a su explicación.

Me llevó a cubierta y me sentó en un pequeño banquito lejos de todos.

—¿Sabes lo que es esto? —preguntó mostrándome un cofre.

—No.

Pareció un poco decepcionado con la respuesta, pero al final del día él tenía demasiada paciencia cuando se trataba de obtener lo que quería.

—Este es un cofre del tesoro. Contiene algo que necesito que identifiques. Por supuesto, con tu intuición lo lograrás, pero primero quiero que te familiarices con todo —explicó el hombre abriendo el enorme cofre.

El sol chocó contra las monedas de oro. El brillo me cegó por un momento, así que me llevé las manos a los ojos imaginando que aquello me haría algún daño.

Los errantes cuentos de Rosie Rodríguez ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora