-1-

17 4 6
                                    

Pero necesito que pongas mucha atención, ¿de acuerdo, Rosie? Esta historia me sucedió a mí  hace algunos años

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pero necesito que pongas mucha atención, ¿de acuerdo, Rosie? Esta historia me sucedió a mí  hace algunos años. No me gusta demasiado hablar de ella porque es complicada e incluye muchas cosas que me parecen... bueno, mejor empezar a contártela.

Ya te dije que soy una sirena muy curiosa, Amatista últimamente me ha seguido a mis aventuras, pero no siempre fue así. Cuando yo era más joven, deambulaba sola por el océano.

Tenía un buen rato sin sentir que la adrenalina recorría mis venas, así que estaba buscando desesperadamente una salida. Cuando nadie me estaba viendo, me escabullí por una pequeña corriente marina que me llevó tan lejos que nadie podía cuestionarse en dónde diablos me había metido.

No creas que eso fue improvisado, claro que no, en realidad ya tenía bastante tiempo observando esa misma corriente y todas las posibilidades que existían para poder cumplir esas ganas de aventura que estaban llenando mi alma.

El mar se veía especialmente divino cuando salí a esa parte del océano. Todo era de un azul tan claro que resultaba imposible no sentirse inspirado. Era toda una gama de posibilidades que se desplegaba frente a mí.

Me puse a nadar por varias horas, sin un rumbo fijo, tan solo quería ver lo lejos que podía llegar. Me gustaba sentir el mar acariciando mi cabello y esa fina joya que representa el no tener absolutamente nada que hacer.

Abrí los brazos esperanzada de encontrar un mejor futuro, daba volteretas y entraba en las corrientes marinas que me encontrara a mi paso para descansar un poco de estar nadando. Cuando creí que el alma estaba lo suficientemente descansada, decidí que era momento de subir a la superficie.

Siempre me ha gustado la sensación que hay en la piel cuando subo a superficie. De hecho, tú y yo nos encontramos por ese ánimo que tenía de sentir de nuevo aquello. Es como una bofetada de frescura. Puedo notar el cambio entre el oxígeno y el agua pura. Siento las gotas escurriendo y mi mirada ajustándose a que le roce el viento.

Tenía una sonrisa enorme, porque ya quería volver a mis andadas, aunque al mirar mis alrededores, noté que no tenía idea de dónde estaba.

Aquello no me preocupó demasiado porque era justo lo que quería, así que simplemente empecé a nadar con la cabeza fuera para ver si podía tomar algún punto de referencia.

Las sirenas somos muy ubicadas en el mar, pero claro que podemos perdernos de vez en cuando y esa fue una de las ocasiones en las que me ha pasado a mí.

Trataba de ajustar la vista para poder encontrar algo, pero tan solo observaba la inmensidad del océano a mi alrededor. Estaba a punto de rendirme y volver a bajar para tomar corrientes, cuando vi un pequeño punto al horizonte.

Aplaudí por la emoción y le hice una seña de éxito a una gaviota que iba pasando. En realidad fue pura tontería, porque ellas no pueden entendernos, o al menos eso hemos creído siempre.

Descansé al saber que no tendría que hacer nada más que aguardar a que, lo que fuera que se veía a la distancia, se fuera acercando más. Tomé un momento para calmar mi corazón e inmediatamente me dispuse a nadar. Por supuesto que no iba a aguantarme las ganas de acortar la distancia por mano propia, así que no me detuve.

De vez en vez salía a superficie para comprobar que estuviera siguiendo la dirección correcta. Como siempre, tenía un tino estupendo para eso, así que sin falta continuaba en la línea recta a mi objetivo.

La vista me resultó curiosa cuando empezaba a aclarar lo que estaba frente a mí. Puede parecer muy tonto, porque ahora conozco de ellos, pero nunca había visto nada igual. Una especie de monstruo marino gigante, que tenía una piel rugosa, dura y café. Arriba parecía poseer unas aletas, o algo similar, de color blanco, que se movían en dirección del viento.

La bestia se encontraba cada vez más cerca de mí y sentí un fuerte escalofrío recorriéndome, era la espuma de mar que estaba entrando en mi alma, susurrándome cosas. En nuestro reino, tenemos la fiel creencia de que el mar nos advierte sobre eventos presentes o futuros, así que no quería hacer caso omiso a esa clara advertencia.

Me preguntaba si acaso el monstruo estaba dispuesto a atacarme o qué era lo que motivaba las ganas del mar de que me fuera, pero por un momento la creatura estuvo tan cerca que me sentí embelesada por sus detalles.

Notaba cómo sobresalían de los costados, estructuras que asimilaba a  conchas marinas en espiral, eran negras y muy imponentes. También habían algas color café claro, que sujetaban con fuerza las aletas del monstruo; hasta el momento, tan solo había visto botes pequeños, así que me disculpo por no haber reconocido un barco tan enorme como ese. Cuando menos me lo esperaba, alguien se asomó por la parte superior. 

Los ojos que me miraron fueron tan fuertes que me escondí de inmediato en el agua. Se había quedado impregnado en mi cerebro como una aguja (después supe lo que era una). Era la cara de un hombre, lamentablemente apuesto. Con un sombrero divino de capitán y la ropa sucia por todas las batallas y peleas que tenía diariamente.

Esos latidos del corazón que había tardado en calmar, ahora estaban todos alborotados. No quería quedarme abajo, pero tampoco volver a salir. Noté cómo el contorno del enorme barco estaba avanzando frente a mí y dudé si era mejor seguirlo.

Al final, así lo hice, pero no tan de cerca como me hubiera gustado. Tomé una distancia prudente y me puse a observar la ruta de aquel navío, para poder seguirlos a donde se dirigieran.

No quería perder al barco, porque si lo hacía, ya no sabría a dónde más tomaron dirección; pero bajar hasta el fondo del océano para descansar no me dejaba otra alternativa. Pronto, otra opción pasó por mi mente. Si subía al barco (para ese entonces ya había entendido que era un bote enorme), podía descansar y no perdería la ruta de las personas que estaba siguiendo.

Para que mi plan saliera a la perfección, necesitaba encontrar una forma en la que pudiera entrar sin ser notada. Requería, primeramente, hacer una inspección a las personas que estaban a bordo. Rodeé el barco para vigilar si es que había algún tipo de entrada pequeña para que pudiera asomarme.

Después de un buen rato, porque en verdad era un barco gigante, me di cuenta que había una muy pequeña ventanita que yo podía alcanzar para observar la cubierta.

Aquel escenario me dejó sin palabras. Nunca había visto tantos artefactos humanos al mismo tiempo. Las caracolas, por supuesto que eran cañones y también habían espadas alineadas para la batalla, hombres durmiendo recargados en barriles y algunas sobras de comida que seguramente habían dejado por descuido por ahí. También habían cofres enormes con monedas brillantes, que algunos pocos estaban metiendo a las habitaciones del barco.

Me alegré al saber que la mayoría estaban dormidos, no sería una tarea tan difícil que una sirena entrara a su barco.

Me alegré al saber que la mayoría estaban dormidos, no sería una tarea tan difícil que una sirena entrara a su barco

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los errantes cuentos de Rosie Rodríguez ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora