Pillados

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Puse mi mano izquierda en su muslo, él me miró estresado, agarró una hoja de papel y escribió en ella.

"Ayúdame o pienso estamparle el ordenador en la cabeza a Garrison"

Yo sonreí y decidí escribir también.

"Antes pídemelo por favor"

Él me miró agotado y luego sonrió.

"Por favor"

"Nah, no me convence"

Sonreí y me miró serio, escribió estresado.

"En serio Craig, voy a suspender"

"Pídemelo por favor..."

Entonces levanté la mano.

- ¿puedo ir al baño?

- Me da igual.- dijo Garrison chateando con él que probablemente era su nuevo novio.

Me levanté y al salir me quedé en la puerta.

Sin decir nada Tweek se levantó sigilosamente y sin que nadie se diera cuenta salió, aún no sé cómo logra hacer eso, padres sobre protectores, supongo.

Le di la mano luego de fijarme que no hubiera nadie y nos metimos en el baño transgénero.

- ¿entonces?- le acorralé en la pared, así poniendo mi mano en ella y agachándome un poco de una forma burlona ya que yo era unos centímetros notables más alto que él.

- Mas te vale que saque un diez.- respondió.

- Solo si ahora sacas un diez.- me sonrió y nos pusimos manos a la obra.

Entre besos silenciosos él me quitaba los pantalones, me excité solo de pensar en lo que pasaría a continuación.

- ¿has fumado?- preguntó de repente.

No supe que contestar, al fin y al cabo se suponía que ya lo había dejado.

- No se si te mereces esto.- se burló un poco de mi, así acariciando mi entrepierna con sus dedos, haciéndome estremecer.

- Es que me puse nervioso al saber que me tendría que sentar a tu lado.- fingí nerviosismo y rió.

Después de eso comenzó a bajar hasta llegar a la altura de mi entrepierna.

Yo miré hacia arriba, ya que, aún que me encantaba verle hacerlo, tampoco quería llegar tan pronto, serían dos horas de puro aburrimiento, al menos aquí nos divertíamos.

Lamia por fuera de mi ropa interior, sabía que eso me molestaba, que yo quería sentir todo ya, debo decir que este chico me ha enseñado lo que es la verdadera paciencia.

Le agarré del pelo con suavidad, sabía que él tenía claro cómo hacerlo, lo había hecho mil veces, pero el sentimiento de poder al guiarle no era comparable con nada.

Hasta que al fin quitó esa maldita tela que tanto molestaba y tuve el lujo de notar sus labios en mi piel.

Me puse una mano en la boca y me permití cerrar los ojos.

Era un sentimiento suave, húmedo y caliente, tuve que hacer un gran esfuerzo por no desviarle de su rumbo, que tan bien memorizado tenía, para empujar su cabeza hacia mi.

Aún así, cada vez iba y venía más fuerte, tanto que hasta le oí dar un gemido ahogado a él también.

Después de unos diez minutos noté como el orgasmo iba a llegar, cosa que me asustaba ya que por ello nos pillaron la vez pasada.

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