Desconocido

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Llegué a casa y fui a la habitación de mis padres, dormían profundamente, cansados de estar todo el día trabajando en la cafetería, esa que dejé para meterme en el mundo de la prostitución.

Ahora entendiendo la frase de "mejor pobre y feliz que rico y deprimido" me lo decían mucho mis padres cuando dieron por hecho que nuestra vida sería siempre así, pero nunca les creí, decía que el dinero daba la felicidad, y en cierta forma la da, lo juro, solo que provoca más tristeza que felicidad y eso hace que toda la felicidad se esfume en cuanto la tristeza aparece.

Y eso pasa en cada puto momento del día.

Nunca creí que podía sentir felicidad y tristeza a la vez, pero resulta que eso es lo que siento siempre, lo que siento ahora.

Craig me dejó en casa hace 20min y hace 15 que estoy frente al ordenador, chateando.

No con Craig, no con Butters, ni Bebe ni Pip, mucho menos Damien y bastante menos con Kenny.

Es un tipo.

Un tipo llamado Desconocido.

Un tipo al que le gusta salir a pasear, leer libros cortos y los espacios abiertos.

Un tipo que es físicamente blanco, no tiene cara, solo un fondo gris y redondo, tampoco ropa, más que nada por que su cuerpo llega hasta el pecho.

Un tipo que me escucha hablar desde su casa en Los Angeles, o en Tokio, o en España o tal vez a dos cuadras de la mía, como he dicho, desconocido.

Hablamos durante horas, solo hoy, mañana no me acordaré de él, tengo sueño, mucho sueño, me acuerdo de un libro que leí llamado "Dos chicos besándose" un libro que me obligaron a leer en cuanto la escuela se dio cuenta que era gay, un libro que en realidad no estuvo nada mal.

Tengo miedo de acabar como él... como aquel chico que se durmió frente el ordenador, aquel chico que me dio la idea de hacer lo que hago, aún advirtiéndome de lo mal que saldría.

Desconocido me hablaba de su vida, de sus aficiones y de vez en cuando me hablaba de lo que le gustaría hacer con mi boca, mi cuerpo...

Yo le correspondía, fingía ser todo lo que él buscaba, fingía tener su edad, compartir sus aficiones, incluso su color de pelo, fingía que me agradaba lo que decía, aún que solo era un entretenimiento para mi.

Y probablemente yo para él también.

Miré el reloj, 5am, daba gracias a dios que hoy no tenía que trabajar, pensé en Bebe, quien se saltó un día de trabajo para ir al hospital, donde le vimos desmayada por tres horas, como si estuviera muerta, realmente pensé que lo estaba, mi corazón se rompió tanto por aquel susto que aún se recupera, aún que no logarará hacerlo del todo, al menos no hasta saber que está bien, no hasta saber que el castigo que le impondrán por eso no es tan malo.

Comencé a acomodar todo para dormir, sabía que mis padres tenían más de diez aplicaciones en sus teléfonos para saber lo que yo hacía, era por ello que antes de simplemente apagar el ordenador tenía que cerrar todas las aplicaciones, borrar el historial, reiniciar el ordenador, rezar por que lo que hubiera hecho sirviera de algo y por último apagarlo y guardarlo.

Claro que hubo un problema, era la hora en la que mis padres despertaban y no escuché los pasos hacia mi habitación.

No picaron, solo entraron como si nada, o eso pretendieron, ya que tenía como mínimo cinco cerrojos en la puerta.

- ¡¿Tweek?!- oí a mi padre.

Con nerviosismo cerré el ordenador, importándome una mierda todos los pasos que tenía que hacer, lo guardé en su sitio y me tiré en la cama.

Me convencí a mi mismo de que estaba dormido, me dije "estoy dormido y no sé que ellos están ahí".

Me lo repetí veintitrés veces hasta que por la fuerza rompieron los cerrojos y entraron.

Me vieron dormir, suspiraron de alivio y estaban a punto de salir.

- Espera.- mi madre susurró y le oí ir hacia mi ordenador.

Maldecí mil veces.

- Se lo ha dejado encendido, déjame apagarlo o se acabará la batería.

Comencé a temblar, traté de no hacerlo, pero fue imposible, aún que ese no fue mi mayor problema ni de lejos.

- ¿qué es eso?- mi padre habló.

- Parece un chat...- y como si no fuera suficiente, comenzó a leer.- "quiero pasar mi lengua por todas tus extremidades, pasar de tu cuello a tu entrada, penetrarte hasta que me grites que pare..." oh Dios ¡TWEEK, DESPIERTA!

No hice nada, me quedé ahí, como si de un coma se tratara.

- ¡EXPLÍCANOS QUÉ  ES ESTO AHORA MISMO!- me destaparon y me vieron.

Hecho bola, llorando, temblando, despierto.

Mi padre me levantó y me preparé para los golpes, como si no les conociera, como si no supera que soy más fuerte que ellos.

Pero en cambio, solo me secó las lágrimas y se sentó frente a mi.

- ¿qué es esto, hijo?

Quise explicárselo, a los dos, quise contar todo, contar sobre mi trabajo, sobre quien pagaba misteriosamente las facturas, sobre la muerte de Kenny, sobre las horas extra, sobre los cortes en las únicas partes que mi vestimenta me permitía, sobre los ojos rojos que nunca volvieron a ser blancos, sobre mi.

Pero no pude.

Cada vez que intentaba hablar lloraba.

Decía palabras, formaba frases que tenían sentido para mi, pero que para el oyente solo eran balbuceos.

Pero ellos eran mis padres, y como si de un idioma mío se tratara, sabían lo que decía.

- Tranquilo, hijo, entendemos todo, te ayudaremos, saldrás de esta, pero por favor, esto que haces... por mucho que te entretenga, por mucho que te distraiga, no es un buen camino, no es uno fiable, por favor, para.

Y eso hice, paré.

Creí que eso me ayudaría, pero en el fondo sabía que lo único que pasaría en esas próximas noches sería llorar, sobre pensar, sobre pensar y llorar.

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