Revisión de varitas

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El fin de semana después de eso fue caótico, y aún más el lunes. Durante el finde, Harry había pasado más que nada tiempo con sus hijos debido a la falta de tareas que los profesores les habían asignado, manteniéndose oculto en su departamento, pero cuando llegó el Lunes, todo se le vino encima.

La gente no paraba de preguntarle, que si porquè lo había hecho, que si como lo había hecho, que si esto, que si lo otro,... . Tampoco paraban de molestarlo, lo persiguen por los pasillos y le lanzaban cosas.

A alguien se le había ocurrido crear unas chapas en las que ponían: Apoya a CEDRIC DIGGORY: ¡el AUTÉNTICO campeón de Hogwarts! y cuando las apretabas, el mensaje cambiaba a POTTER APESTA, y ahora más de la mitad de la escuela las tenía.

Era Lunes por la mañana, y era primera hora de la mañana. Había decidido salir a desayunar con toda la escuela para mostrarse un poco después de haber estado todo el fin de semana desaparecido, pero no había llegado al Gran Comedor cuando ya había pensado unas cinco veces que había sido una mala idea.

—Hola Harry, qué sorpresa verte por aquí a estas horas, no sueles venir a desayunar.—Dijo Viktor.

—Ya, quería hacerme ver un poco después de estar el finde desaparecido, pero ha sido una mala idea, los únicos que no me molestan son los Slytherin, incluso unos alumnos de Durmstrang y de Beauxbatons se han acercado a preguntarme, y eso solo de camino hasta aquí desde la sala de Slytherin.

Comenzaron a desayunar, y comenzaron a acercarse alumnos a preguntarle cosas. Viktor los despachaba tal como veía que se acercaban. Una de esas veces, la que se acercó fue Luna.

—Hola, Harry, Viktor,¿Cómo estáis?—Preguntó ella sentándose al lado de Harry.

—Bien, gracias Luna, Viktor, esta es Luna, es amiga mía.

—Hola Luna—Dijo este, ofreciéndole la mano. Cuando Luna la cogió, Viktor le besó el dorso de la mano y ella se sonrojó levemente.

Estuvieron hablando durante el desayuno hasta que se acercaba la hora de su primera clase, en el caso de Harry, era pociones.

Estaba en clase, su padre ya había comenzado la lección cuando alguien lo interrumpió, llamando a la puerta de la clase.

Era Colin Creevey. Entró en el aula, sonrió a Harry y fue hacia la mesa de Snape.

—¿Sí? —preguntó éste escuetamente.

—Disculpe, señor. Tengo que llevar a Harry Potter arriba.

Snape apuntó su ganchuda nariz hacia Colin y clavó los ojos en él. La sonrisa de Colin desapareció.

—A Potter le queda otra hora de Pociones —contestó Snape con frialdad—. Subirá cuando la clase haya acabado.

Colin se ruborizó.

—Señor..., el señor Bagman quiere que vaya —dijo muy nervioso—. Tienen que ir todos los campeones. Creo que les quieren hacer unas fotos...

Harry hubiera dado cualquier cosa por que Colin no hubiera dicho las últimas palabras.

—Muy bien, muy bien —replicó Snape con brusquedad—. Potter, deje aquí sus cosas. Quiero que vuelva luego para probar el antídoto.

—Disculpe, señor. Tiene que llevarse sus cosas —dijo Colin—. Todos los campeones...

—¡Muy bien! —lo cortó Snape—. ¡Potter, coja su mochila y salga de mi vista!

Harry se echó la bolsa al hombro, se levantó y se dirigió a la puerta.

—Es alucinante, ¿no, Harry? —comentó Colin en cuanto Harry cerró tras él la puerta de la mazmorra—. ¿No te parece? ¿Tú, campeón?

Mala decisión, viejo come caramelos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora