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Hanako


Shigaraki era perseguido por Endeavor mientras buscaba al heredero del OFA. Mi hermano se encontraba con el resto de los miembros de la Liga mientras yo esperaba la llegada del héroe. 

Aizawa estaba evitando que Shigaraki usara su don se había convertido en una amenaza para todos. Tras varios minutos esperando en una de las zonas destrozadas por el deterioro de Shigaraki, llegaron. Era una zona de combate entre profesionales con dones de aire y nomus de casi alta gama. 

Me encontraba en la parte alta de un edificio a punto de colapsar. Observando los movimientos del número uno. Había llegado el momento, pero debía esperar a mi hermano para acabar con esto. 

Los Héroes hieren a sus familias para salvar a desconocidos.
Es algo que dijo mi padre.

Si que tengo mis creencias.

Ya las tenía.

Ustedes fingen proteger a la sociedad.

Durante generaciones han hecho la vista gorda ante todos los que no han protegido.

Han tapado la pobredumbre para crear algo superficial y como resultado en la olla podrida nacieron gusanos.

Por la acumulacion de pequeñas cosas.

Desechos acostumbrados a que los protejan.

Los que generan esos desechos y los protegen.

Todo lo que he visto hasta ahora.

Todo lo que han creado me ha rechazado.

Así que yo también lo rechazo.

Por eso destruyo.

Por eso obtengo poder.

¿Es simple no?

No hace falta que lo entiendan.

Son incapaces.

Por eso somos Héroes y villanos.

Shigaraki definitivamente odiaba esta sociedad más que cualquiera. Decidí cambiar los planes y justo cuando Endeavor se acercó lo suficiente al edificio, salí y lo ataque con mis llamas moradas. No importaba qué tanto haya entrenado Endeavor. Las llamas moradas y azules eran más fuertes que las naranjas o rojas. O eso fue lo que pensé. 

Dejé a Shigaraki pelear contra Midoriya y Bakugou. Yo me encargaría de Endeavor y los nomus del resto de héroes. 

— ¿Y tú qué es lo quieres? — Endeavor esquivó mi ataque, pero ni siquiera me miró. 

Lo ataqué nuevamente haciendo que me regresara a ver. 

— No tengo tiempo para perder contigo.

No respondí y volví a atacarlo. El enojo acumulado por años empezaba a hacerse presente. 

— ¿Ni siquiera vas a hablar? 

Esquivé todos los golpes que lanzó y logré darle un golpe, lo suficientemente fuerte para moverlo un poco. 

Tras una serie de golpes con sus mejores movimientos, me dí cuenta que no estaba a su altura. 

— No estorbes. — Me dio un último golpe y me dio la espalda para buscar a Shigaraki.

Ese golpe había sido demasiado fuerte y quedé de espaldas contra las ruinas de un edificio. Estaba demasiado débil para continuar con la pelea. ¿No había entrenado lo suficiente? Todos estos años los estaba mandando al carajo.  

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