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Dabi


Estoy algo mareado. El alcohol ya hizo el efecto que tanto quería. No es bueno recordar a los muertos.

Coqueteo con la camarera que no deja de verme como idiota desde que entre. Seguro es una puta porque no duda en insinuar que la siga afuera. Le hago caso. En cuanto estamos saliendo del bar regreso a ver a todos, un grupo llama mi atención, son mujeres de mi edad. Todas están acompañadas menos una, la cual llama mi atención.

Pelo rojo.

Dos mechones blancos.

Me alejo de la camarera y voy directo hacia ella.

 ¡Hanako! — grito, pero no me hace caso. — ¡Puta madre!

Las personas me abren espacio y me dejan pasar. En cuanto llego a ella la tomo del cuello y la levanto haciendo que grite.

 ¡Ayuda!  cierra los ojos.

 ¡Maldita sea Hanako!

 Yo no soy Hanako... — La chica tiembla y abre los ojos lentamente.

La suelto en cuanto la miro bien. No es posible que ella sea mi hermana. Cae al suelo y todos me miran como un enfermo.

¿Qué miran pedazos de mierda? — Saco mis llamas y amenazo a todos los que me miran, quienes se alejan intentando no llamar la atención.

Salgo del bar enojado. Mi noche se acaba de ir por la borda. Todo empeora cuando lo veo a él.

 ¡Es Endeavor!

Grita una mocosa a mi lado. Yo solo me coloco la capucha de mi chompa y me largo del lugar.

«Es su culpa»

Termino en otro bar no muy lejos del otro y me embriago hasta que no puedo levantarme. Todo da vueltas y me quedo dormido en la barra.

Tōya despierta, vamos a jugar. — Abro los ojos y veo a Hanako.

¿Hanako?

Me levanto de la cama de un solo salto.

¿Qué pasa Tōya? Parece como si hubieras visto a un fantasma.

 Es un sueño. — Me pellizco y siento dolor.

No es un sueño tonto. Mira. Soy real. — Toma mi mano y la coloca en su pecho. Siento su corazón latir. Miro alrededor. Estamos en casa. Estaba en su cama. Ella está aquí.

Me abalanzo sobre ella y la abrazo con todas mis fuerzas.

¿Hermano?

Tuve una pesadilla horrible Hanako. Tu habías muerto y viví un infierno sin ti. — Sollozo en su hombro.

Está bien Tōya solo fue eso. Una pesadilla. — Me aprieta contra ella y permanecemos así en silencio varios minutos hasta que dejo de llorar.

 ¿Estás mejor? — Me pregunta y asiento. — Entonces...

Intenta separarse, pero no la dejo.

 ¿Qué ocurre Tōya?

 Siento que si te suelto voy a despertar y cuando lo haga no vas a estar conmigo.

 No digas tonterías. Mírame.

Nos separamos y toma mi cara entre sus manos y limpia mis lágrimas.

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