🔞Capitulo 38🔞

460 52 0
                                    

-Tómame, Wangji. Haz lo que sea que tengas que hacer conmigo, pero hazlo ya porque me voy a morir si no haces algo. Me... me duele todo el cuerpo no dejó de mirarlo mientras le ordenaba como un auténtico vanirio habla a su pareja.
Wangji sintió que su erección crecía y palpitaba a punto de eclosionar. Se levantó con el en brazos y con una mano se arrancó el pantalón. No llevaba calzoncillos, así que su pene salió disparado hasta su ombligo.
Wei Ying notó la punta del glande que acariciaba su carne trémulo y húmedo y se estremeció.
Wangji volvió a sentarse.

-Rodéame con tus piernas -susurró contra su hombro y lo mordisqueó.
Wei Ying obedeció y miró hacia abajo. Sus nalgas acunaba el miembro de Wangji. Era tal y como lo recordaba. Grande, grueso y largo. Totalmente amenazador.
Wangji no permitió que pensara en si le haría daño o no. Lo besó de nuevo, tan profundamente que no hubo ningún rincón de su húmeda cavidad que su lengua no rozara ni acariciara. Wei Ying le clavó los dedos en los hombros, y lejos de amilanarse, lo besó con la misma hambre, con vehemencia, restregándose contra él y volviendo a entrelazar sus dedos entre su cabello negro y abundante. Era excitante estar con un hombre de pelo largo y agarrarse a su cabellera mientras se abrazaban y se besaban. Deseaba tanto que Wangji calmara el dolor que sentía en su vientre, en su agujero que ya está demasiado humedo.

-Dime dónde te duele -exigió saber él contra su boca. Wei Ying lamió sus labios mientras
hablaba, pero no le contestó. -¿Te duele aquí? -deslizó sus dedos por la parte interna de sus muslos y acarició la entrada de su cuerpo con suavidad y ternura. Wei Ying dio un respingo y soltó un gemido. -¿Sí, cariño? ¿Te duele aquí? -sonrió y presionó el orificio de entrada a su cuerpo. Lo acarició haciendo círculos, y observó la reacción de Wei Ying, que lleno de curiosidad había bajado la mirada para ver como su mano bronceada hurgaba en su intimidad. -¿Quieres que te calme un poco, verdad? -susurró contra sus labios mientras notaba en la humedad de sus dedos la disposición de su cáraid. No necesitaba contestación. -Mmm, sí... -introdujo el dedo corazón y sintió como su Wei Ying se abrazaba a él, a ese dedo inquisitivo. -Claro que quieres. Lo quieres tanto como yo.

El creyó que iba a desmayarse. Sentía el dedo de Wangji frotarse contra el, acariciándolo, estimulándolo, despertando todo su cuerpo. Wei Ying empezó a mecerse contra su mano, bamboleando las caderas. Nunca había hecho el amor pero sabía muy bien cómo se hacía. Wangji empezó a acariciar su agujero con el pulgar, mientras introducía más profundamente el dedo en su interior. Wei Ying no podía detener sus movimientos, ardía y palpitaba contra su mano y le encantaba lo que le estaba haciendo. De repente sintió otra nueva presión y supo que Wangji estaba deslizando otro dedo en su interior. Dos. El sabía que lo estaba dilatando para la intrusión más grande, pero si seguía así no iba a poder aguantarlo por mucho tiempo.
Wangji no se detuvo ni por un instante. Seguía su ritmo implacable. Lo acariciaba, encendía su llama interior, su fuego interior, observando cada una de sus expresiones. Quería darle placer, mucho placer. No sólo era placer lo que deseaba de el, sino una total aceptación. Sentía algo muy fuerte por Wei Ying, algo que nunca antes había sentido ni siquiera cuando era un mortal.

Guiado por esa necesidad a la que no se atrevía poner nombre, arrasado por esa ansiedad de el
hincó los dedos más adentro. El ritmo empezó a ser más rápido y Wei Ying se agarró con fuerza a su cuello.
-No te imaginas cuántas ganas tenía de tocarte aquí... -movió los dedos más profundamente
- y aquí... -acarició ese punto que volvió loco a Wei Ying , mientras se inclinaba para lamer y morder su cuello sin llegar a hincarle los colmillos. -Mmm... estás cerca, deteniéndose y pasándole la lengua por la yugular. -¿A qué huelo yo para ti? -le preguntó reteniendo los dedos en un punto de su interior. Presionaba, pero no los movía.
Wei Ying frunció el ceño, sin creer que se detuviera, sin quererlo tampoco. Cuando Wangji percibió su frustración se limitó a torturarlo un poco, moviendo sutilmente los dedos, sacándolos casi por completo y manteniéndolos ahí, acariciándola en círculos.

Sangre y Colmillos (El libro del Wei Ying)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora