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—Vaya, a ti sí que te persigue la desgracia—comentó Melissa mientras recorrían los extensos pasillos de la compañía de héroes, siguiendo de lejos a Uraraka que, ocupada, atendía el teléfono.

—Y que me lo digas...—suspiró mientras dejaba caer los hombros—Es gracioso como hace dos días te dije que simplemente dejaría que el tiempo pasara y ahora ya hasta conoce mi departamento y cenó en mi mesa.

—Ay, amigo mío, hasta parece que es la vida quien insiste en juntarlos—dijo con un tono burlón, luego se acomodó mejor su fabuloso melena dorada.

—Hey, no es gracioso—reclamó él, con un puchero al que la rubia respondió con otra risita—. ¡Melissa-san!

—Lo siento, lo siento, es sólo que... no sé, es raro—terminó por decir, agitando una de sus manos en el aire como quien resta importancia a la cosa.

—Sea lo que sea lo que insinúas, no me gusta—espetó con ligero tono de advertencia. Conocía a su amiga, y también conocía esa manera suya de comportarse. En ese instante solo podía reclamarse por haberle confiado todo su pasado.

—¿De qué hablas, Izu-kun? Yo no he dicho nada—dijo haciéndose la desentendida, pero el aludido podía ver a través de ella.

Discretamente, colocó una mano sobre el hombro de su amiga, haciendo que se detuviera un instante y se alejaran un poco más de la castaña que seguía enfocada en su llamada. Su mirada  de repente, se tornó seria.

—¿Izu-kun?

—Escucha, creo que entre él y Uraraka-san hay algo—musitó, asegurándose con un vistazo fugaz que nadie estuviera en los alrededores.

El rostro de Melissa pronto se mostró incrédulo y de inmediato se giró a ver con sorpresa a la mujer que les guiaba por el camino que ya conocían. Izuku negó con la cabeza y la tomó de las mejillas para revertir su acción, ¿es que acaso Melissa no sabía la definición de lo que es ser discreta y cuándo es necesario aplicarla?

—¿Qué?

—Lo que escuchaste. Ayer ella lo mandó a hacer algo y, aunque reclamó, lo hizo casi de inmediato. No sólo eso, sino que ella se ofreció a llevarlo a casa y él se dejó convencer fácilmente.

La de ojos zarcos soltó una carcajada que hizo que Ochako se detuviera un segundo para girarse a verlos y ella se disculpara de inmediato.

—¿Puedes ser discreta por un momento?—demandó a manera de regaño, pero la mujer le palmeó la espalda—. No volveré a contarte nada.

—¡Ay, Izu-kun! Es sólo que lo que acabas de decir es absurdo—afirmó—. No puedes asegurar algo como eso por una acción tan insignificante... además, ¿Por qué de repente sacas ese tema?

—¿Cómo que "por qué"?—acompañó haciendo comillas con los dedos—. No creas que no entiendo ese tono en el que me hablas—acusó.

La rubia sonrió ampliamente y acto seguido negó con la cabeza, justo como lo haría una madre que resignada ríe por la travesura de su hijo.

—Está bien, tú ganas. Pero igual no creo que tengas razón en aquello de que entre ellos hay algo—señaló—. Creo que estas pensando mucho en temas que, según tengo entendido, no deberían interesarte, ¿verdad? Digo, el pasado eso es, pasado.

Izuku calló, sabiendo que no podía ocultar nada a su mejor amiga, y menos podría hacerlo después de haberle contado ese pequeño secreto que nunca había compartido con nadie. Ese que lo haría desear huir del país si, por alguna razón, el involucrado se enterara.

—Ya, es suficiente, Melissa-san—dijo después de chistar y desviar la mirada con la intención de sostener su postura indignada.

—Sólo déjame decir que te entiendo perfectamente.—Le lanzó un guiño que alcanzó a ver de reojo  y se adelanto a alcanzar a la castaña, enterrando el tema, al menos por lo que restaba de la tarde.

Desapego || Dkbk-BkdkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora