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Con Kirishima llegaron Ashido y Kaminari, este último regresando de una misión de ese mismo día mientras que los otros dos reapareciendo luego de pasar todo el día anterior y parte de la noche solucionando el problema de la mina.

Él se había negado a participar en la charla que desde un inicio pintó a ser seria, pero fue hasta que Mina, con las ojeras finalmente descubiertas, le dijo que tenían una plática pendiente que accedió a salir con ellos y dejar su jornada incompleta. Eso último era algo que ciertamente no le gustaba, pues se consideraba a sí mismo alguien responsable, pero se sentía molido mental y físicamente.

De esa manera terminaron en la casa de Mina en una situación un tanto incómoda... incómoda al punto en el que los tres escucharon y observaron llorar a Mina durante una hora mientras relataba lo sucedido con la heroína gravedad cero y luego de eso, hicieron que él también hablara, cosa a la que intentó negarse pero terminó accediendo después de un poco más de insistencia.

—Cielos, jamás me imaginaria a Midoriya en esa postura—opinó Denki, con voz que delataba que pensaba que la situación estaba jodida.

—Ni yo—complementó Kirishima, sentándose a su lado y palmeando su hombro, tal como lo había hecho con Mina minutos atrás. La diferencia era que él no estaba llorando, pero reconocía que los ojos le ardían un poco-. Ánimo, blasty, no todo está perdido.

Él echó la cabeza hacía atrás en el sofá y cerró los ojos, esperando que eso último sirviera para mitigar el ardor. En algún punto pensó que después de platicarlo con alguien se sentiría mejor, pero el alivio estaba tardando en llegar.

Y, al mismo tiempo, odiaba abrirse tanto con los demás. Se sentía fuera de su zona de confort.

—¡Sí! Seguro que si hablan pueden solucionarlo, ¿Qué tal si intentas mandarle un mensaje?—propuso Denki, ocupando todas sus neuronas para ofrecer apoyo de la manera más eficiente posible. También se notaba su esfuerzo por sonar optimista pese a que segundos atrás transmitía todo lo contrario.

—No tengo su contacto—refunfuñó a sus amigos que le miraban como si acabaran de ver a un fantasma—. ¿Qué? Todas las veces que terminamos viéndonos fuera del trabajo fue por casualidad.

—Bueno, pero podrías intentar mandar un mensaje por instagram, ¿no?—dijo la chica, más tranquila que hace un rato pero aún algo constipada por el llanto—. Su cuenta creció mucho a raíz del vídeo musical. Identificar su perfil será sencillo.

—¡Esa es una buena idea!—exclamó Ejirou, elevando las manos al cielo.

Él suspiró agotado para luego rebuscar su teléfono celular en su bolsillo. No le encanta la idea y ni siquiera sabe qué podría decir en ese primer mensaje, pero reconoce que los tontos que tiene por amigos podrían estar en lo correcto, así que inspira fuertemente para dejar su ego de lado y teclear su nombre en el buscador de instagram.

Por algún lado tenía que empezar, ¿no?

Tal como la mujer sugería, su cuenta fue inconfundible y saltó en el puesto más alto de los resultados de búsqueda, no solo por la cantidad de seguidores que, para su sorpresa, era elevada, sino porque también parecía ser seguido por los pocos colegas héroes que él mismo seguía.

Miró de reojo a Mina, con el ceño fruncido, al ver que ella era una de los que le seguían, y entonces procedió a entrar a su perfil. Cuando lo hizo, la curiosidad le hizo entrar en las historias que había compartido ese día casi de manera automática.

Lo primero que saltó al cargarlas fue una historia con un enlace que al parecer redirigia a un artículo científico recién publicado. Como no era su interés, decidió comenzar a pasarlas hasta que se detuvo en una que llamó su atención. Lo siguiente que vio, le provocó una punzada en el pecho.

Desapego || Dkbk-BkdkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora