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Katsuki llegó al trabajo con la peor actitud que hubiese presentado en mucho tiempo. Era domingo, pero de igual forma asistió a la agencia, pues siempre había cosas que cubrir y extras a los que relevar.

Además de que quedarse en casa todo el día sonaba como el escenario perfecto para sentirse más desanimado de lo que estaba, pero prefería fingir que no era consciente de ese hecho.

Aunque lo cierto es que luego de su pelea con Deku, el estrés y las emociones revueltas lo dejaron con un dolor de cabeza insoportable que no lo abandonó en toda la noche, lo que le impidió dormir y  consecuentemente, aumentaba puntos a su mal humor.

Esa mañana era una de esas ocasiones en las que la vida o dios tenía que apiadarse de cualquiera que se cruzara en su camino y osara molestarlo, porque no estaba dispuesto a soportar tonterías de nadie.

De absolutamente nadie.

Así que con ese pensamiento cerró de golpe la puerta de su locker y se encaminó a la oficina una vez estuvo enfundado en su traje de héroe.

En el camino solo podía pensar en una cosa que no lo dejaba tranquilo, la misma que llevaba atormentandolo con un dolor de cabeza digno de una película de terror y que no se iba aún cuando trataba de llenarse la mente con los pendientes que tenía que resolver ese día.

Cuando atravesó las puertas de cristal, un par de ojos ámbar y un par de ojos rojos le enfocaron al instante, mientras que en el fondo, unos más de color negro advirtieron su llegada.

—¡Ya llegó nuestro gran amigo, Blasty!—exclamó Kaminari, tan enérgico que parecía libre de resaca a pesar de que la última vez que lo vio la noche anterior estaba bailando y bebiendo despreocupadamente con civiles desconocidos.

Al mismo tiempo, el muchacho se acercó a él y lo rodeó por los hombros, en un gesto fraternal y orgulloso. Sin embargo, él sólo atinó a tensar los músculos de los hombros.

Primera alerta que Kaminari pasó por alto.

—¿Pueden creer que nuestro Blasty finalmente esté involucrado románticamente con alguien? ¡Crecen tan rápido!—agregó dramáticamente, fingiendo limpiar lágrimas invisibles de sus ojos—. ¿Y saben que es lo más impactante? ¡Qué fue Midoriya quien tomó la iniciativa!, ¡yo lo vi con estos ojos! ¡yo vi cómo fue él quien lo beso primero!

Ante la mención del nombre, sintió su corazón estrujarse de coraje, decepción, confusión y tristeza. Esto seguramente se reflejó en sus facciones, pues de inmediato Kirishima se acercó e instó a Kaminari a devolverle su espacio personal.

Si algo debía agradecer en medio de todo eso, era que a lo largo de los años Kirishima hubiera desarrollado esa capacidad de leerlo con tan sólo verlo a los ojos y supiera aligerar la situación cuando él no podía hacerlo.

O al menos no de manera pacífica.

—Calma, Kamibro, estás algo... emocionado.

—¿Esperas que no lo esté? ¡yo me alegro por todos mis amigos, en especial por los más cercanos!

—Sí, sí, lo sé, pero este no es buen momento.

Bakugou, que respiraba profundamente para buscar algo de calma en el aire, encaró a Denki antes de explotar, dejando que su mirada libremente expresará lo enfadado que estaba y lo conveniente que era para ellos no entrometerse.

Desapego || Dkbk-BkdkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora