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narrador !

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narrador !

Un día había pasado exactamente desde que Iván había partido a Buenos Aires, Rachell sentía su entorno pesado y algo vacío sin su presencia. Tenían aquel ámbito tan seguro y reconfortante de ver aquel chico alto y pestañudo durmiendo en su cama, arropado con la gran sabana del rayo McQueen mientras organizaba su pieza o hacia cualquier boludez.   

Pero ahora no estaba, no volvería a ver durante un período de tiempo indefinido. Solo le quedaba conformarse a través de las redes sociales, mensajes, videollamadas, etc.

─ ¿Cómo va tu primer día en buenos aires flaco? ─ preguntó apoyando su celular en la lámpara que había en su mesita para dar una mejor vista.

─ Mal ─ soltó de una sin titubear recibiendo una mirada confusa y preocupada de Rachell.─, porque no estas vos acá. ─ corrigió sonriendo haciendo que ella también riera. 

─ Pelotudo me asustaste, vos me haces falta también, mi almohada está limpia, no llena de tu baba. ─ bromeó.

─ Pero pará, yo no babeo tanto pelotuda. ─ refunfuño.

─ Claro que si lo haces. ─ volvió a decir solo para verlo enojado.

─ Vos lo que queres es que te cuelgue la llamada y te mandé a la mierda. ─ dijo en tonó de amenaza. 

─ NONONO. ─ dijo rápidamente.

─ Entonces deja de romperme las bolas flaca, que mi paciencia es mas escasa que el agua en un desierto. ─ hizo un motoncito con su mano.

─ Está bien, no doy más. ─ rió.

Sus ojos se encontraron y soltaron varias risas nerviosas, las mejillas de ambos se tornaron de un color rojo intenso. 

─ ¿Estudiarás diseño industrial allá? ─ preguntó rompiendo el reto de miradas que tenían.

─ Lo estaba pensando o quizás me ponga otra vez a boludear con vídeos como lo hacía cuando estábamos en secundaria. ─ rió al recordarlo.

─ Debes de hacer lo que tu corazón te digas, vos se libre, no dejes que nadie te haga estudiar por obligación o por obtener un título, pero puedes hacer un curso si te da paja la facultad. ─ sugirió mientras se ataba el pelo.

─ Si no paso la facultad mi vieja me mandará a la mierda. ─ le recordó.

─ No creo, doña lulis es muy buena. ─ negó.

─ También mala. ─ lo recalcó.

─ ¿Por qué lo decis? ─ frunció el ceño.

─ ¿No recordas la vez que casi me rompe el orto a escobazo solo porque le dije a la vieja chota de la profe de filosofía que me chupara los huevos, por que quería que repitiera el examen solo porque si? ─ le dijo alterado.

─ Bueno pará, era la profe irma que queres que te diga. ─ hizo un montocito con su mano.─ Además solo a vos se te ocurre, casi te expulsan. ─se cruzó de brazos.

─ Casi ─lo recalcó nuevamente.─ vos misma lo dijiste, gracias a mi hermoso ser no repetí el examen e hice que esa vieja de mierda se diera cuenta que su primer error fue nacer.

─ Sos malo.

─ Pero como te encanta flaca. ─ le guiño el ojo.

─ ¿Me estas diciendo que un pibe te mostró todo Buenos Aires? ─preguntó alzando una ceja y él asintió

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─ ¿Me estas diciendo que un pibe te mostró todo Buenos Aires? ─preguntó alzando una ceja y él asintió.

─ Si boluda, yo andaba de chill intentando ubicar mi depto en puerto madero y me vio re solo, se me acerco y aproveche su ayuda, por eso llegué mas rápido al depto. ─ explico. 

─ Que buen pibe boludo. ─ mencionó alegré.

─ Se llama Rodrigo somos contemporáneos en edad, luego que me dijo un montón de boludeces nos fuimos a una cafetería y hablamos básicamente de programación y astrología. ─sonrió.

─ Yo quisiera. ─ hizo puchero.

─ Vos tendrás amigos cuando entres a la facultad reina.

─ Si, pero, me da paja socializar entendeme. ─ fingió llorar.

Ambos comenzaron a reír sin parar e Iván se fijo en la hora, tres y media de la mañana.

─ Flaca vamos a dormir, tu horario luego se puede descontrolar después y no quiero que duermas poco. ─ ordenó mientras se acomodaba en la cama y agarro el celular.

─ Está bien. ─ respondió con una sonrisa imitando su acción.

─ Mañana te vuelvo a marcar y seguimos hablando a la misma hora. ─ dijo sonriendo.

─Te estaré esperando mi niño, descansa. ─ susurró.

─ Descansa cariño, ten linda noche, chau. ─ fue lo último que dijo para cortar la llamada.

La comunicación que ambos llevaban era indescriptible e inexplicable, la conexión, la química que podían obtener a medida de cada palabra era maravillosa. Ellos siempre fueron descritos como la pasta, o el chicle pegado al cabello, difícil de despegar.

Ellos eran así, pronto habría una tijera que los separarías.

Ellos eran así, pronto habría una tijera que los separarías

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como dije, al pedo estoy

como un atardecer; spreen (ivan buhajeruk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora