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narrador !

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narrador !

Un mes entero había pasado desde que Iván se había marchado a buenos aires, seguían teniendo contacto. Seguían coqueteando, tirando indirectas, Rachell todavía la seguía comisionando el miedo, por otro lado él quería serle sincero.

Ambos decidieron hacer llamada en la mañana, ya que Iván estaba libre de la facultad y de su trabajo de medio tiempo, y Rachell igual, a excepción que le tocaba trabajar en las tardes. Sus llamadas eran duraderas, las mas cortas eran de dos a tres horas.

Les encantaba.

Rachell, fue la que tomó la iniciativa de sincerarse con él, porque tenia atorado un mar de sentimientos desde hace años que siempre fue bloqueado por el miedo. Nunca tuvo en cuenta lo que podría pensar o accionar Iván, solo estaba actuando por inercia, esta vez se dejaría llevar por su impulsividad para relajarse. 

─ Oye Iv.  ─habló temblorosamente notando como la mirada del mencionado subió logrando mirarla directamente a los ojos.

Aquellos ojos marrones la enloquecían.

─ Dime. ─contestó dulcemente.

─ ¿Puedo decirte algo? ─preguntó dudosa.

─ Si obvio, no hay problema. ─respondió suavemente para luego dejar salir una sonrisa radiante de sus labios.

Ella tomo una boconada de aire grande y la soltó, intentando minimizar sus nervios. Sus sentimientos eran sinceros.

─ Me gustas. ─ dijo de manera clara y concisa ganándose la mirada asombrada del mayor.

Sus pupilas se habían dilatado, sus ojos brillaban. Pero, ella no se quitaba la idea de la cabeza si eran solo ilusiones o en verdad estaba pasando.

─ Sé que yo no a vos, no te preocupes. ─ le restó importancia.

─ No no no, pará boluda ─intervino Iván de una al ver su negatividad salir.─, vos también me gustas, de hecho desde que estábamos en la primaria. ─ confesó un tanto nervioso.

Rachell sintió su corazón latir desenfrenadamente, como si su corazón se fuera a salir del pecho. Sus mejillas se tornaron de un rosa claro, no pudo evitar llevar sus manos a su boca tapándola por la impresión. Tal confesión la emocionó.

─ Me daba miedo admitirlo en un principio, además que por lo mismo no logré decírtelo a tiempo. ─admitió soltando un suspiro.

─ ¿A tiempo? ─ recalcó lo último con el ceño fruncido.

─ Si, con vos no puedo tener una relación a distancia ─ le mencionó.

Las esperanzas chocaron contra el suelo.

─ ¿Qué? ─ fue lo único que logró decir.

La vista de Iván estaba en ella, su semblante era uno serio, pero mantenía los ojos relajados.

─ No puedo tener una relación con vos a distancia, por eso digo que es tarde. ─repitió aclarando todo, para luego seguir hablando.─ Vos tenes tus cosas, yo las mías, nos llamamos, nos preocupamos por el uno al otro, somos atentos entre los dos, pero yo necesito que vos estés cerca de mi, no a miles de kilometros y que solo pueda verte a través de una pantalla Rachell, quiero alguien a quien besar, abrazar, que sea todo y que no me este con el pienso de que me va a poner el cuerno con los miles de pibes de santa fé que son una mierda, me entendes? ─ explicó.

Rachell estaba muy confundida.

─ Dime que no fue porque no conociste a nadie Raúl.. ─ rogó con la voz rota.

El silencio reino en la llamada, la mirada de Iván estaba baja, mientras Rachell escuchaba su corazón romperse.

─ ¿Dónde? ─ preguntó.

─ En la facultad. ─ le contestó.

─ ¿Te gusta?

─ No, me llama la atención. ─volvió a responder.

─ Si te gustaba alguien mas, me fueras dicho y te fueras ahorrado esa excusa, pelotudo. ─ reprochó con amargura.

─ No fue excusa. ─alzó un poco la voz.─ Vos me gustas mucho, pero ahora no podemos ponernos de novios porque estoy acá en Buenos Aires, eso implicaría verte solo dos veces al año. 

─ Iván para el amor no existe la distancia de por medio, además no existe un segundo amor aparte de quien dices amar. ─le dijo de forma obvia.

─ Lo sé, y perdón. ─ murmuro.─ Pero, no lo puedo evitar.

─ Te entiendo, por esto no quedaré mal con vos, respetaré tu decisión, solo no juegues con lo que siento. ─pidió amablemente.

─ No lo haré, no pienso hacerla mi novia, borraré lo que siento por ella que es algo momentáneo y estaré contigo. ─ le dijo.

─ Está bien, confío en ti. ─ sonrió Rachell e Iván imito su acción.

Ella creyó en él sin saber lo que pasaría después.

Ella creyó en él sin saber lo que pasaría después

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yavieneelsufrimiento

como un atardecer; spreen (ivan buhajeruk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora