El espacio te niego

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Poniendo la mejilla setenta veces siete la túnica le niego
La capa, la sábana, la llama transmutada, la tranquilidad de la muerte enamorada le niego.
El ego y el desapego, el dharma, el karma, el silencio
El último aliento, el reposo en la fuente, la inteligencia permanente
Lo vivo entre lo muerto, la nada, la mirada platinada en dos ojos bellos.
El odio y la oscuridad que maximiza la esperanza
La paz y el amor en la luz desorbitada otro cuerpo en una cuna dorada.
Le niego
La cruz y el perdón de dimas, el fuego puro de estas rimas
La nobleza de María y la redención de la profesión más antigua.

Mientras ande sobre la tierra hasta la última gota de agua a su sed le niego
A su hambre de migratorio andar el último de los alimentos
Cualquier recuerdo de un gozo altivo a su deseo insatisfecho
Hasta el infierno a su actuar maldito y el penar a su maldad le niego
Aunque el fuego griego sea su castigo eterno
Y le azote el yugo que azotará al malévolo
Asi sea su morada el último abismo del universo
Hasta el centro del sol más apocalíptico le niego.

Aún renaciendo y siendo el alma iluminada de los siete círculos
Solo tus manos alcanzan las setas doradas
Nada más tu existencia conecta con el inconsciente místico
Y yo te niego el vínculo con el nirvana.
Le niego hasta el sosiego al más divino de sus generaciones
Y sus pasiones solo abrazaran los anticristos
Creerán ha sido mínimo lo hecho que podrán ser salvados
La extinción y el olvido te niego como si por este mundo no hubieses pasado.

Y sí hubo un tiempo que tendiste tus manos
Y sí hubo un cuerpo que por tu gesto fue salvado
Y si hay un cielo y por algo te está esperando.
Aunque hagas mil milagros yo te lo niego
Y si te hiere la maldad encarnada del universo
Y tu boca lacerada sedienta súplica agua
Y tu estómago hambriento pide alimento
Aunque seas la última mujer en el mundo
Hasta las migas te niego.

Y si vienes de niña con los ojos más llenos de alma
Y los colores del arcoiris en tus pestañas vibran
Y tus labios son tan rosas como los de las vírgenes sagradas.
Mentira! Enemigo contrario al tejido del cielo del alba
Hasta la verdad te niego.
Y si pintas casi como yo la palabra con pose de poeta ciego
Y si ríes con la locura intacta de la fe en velo
Sosteniendo el movimiento de la música más alta
Y los paisajes de la noche estrellada en cada uno de tus sentimientos
Bienaventurada el reino te lo niego.

Y si por fe en una cruz de redención la veo clavada
Y si la miro muerta en la tumba y en un pestañeo vuelve renacer
Aunque venga en una nube de arriba descendiendo
Propia ilusión de los desiertos ya despierto
El paraíso y hasta el placer más mundano yo le negaré.

Antología de un sueño perpetuo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora