Capítulo 08

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PORTEGER

El duelo era arduo.

Definitivamente algo indeleble entre la primera mirada con un destello de maldad hacia aquella completamente oscura mirada del mayor que a toda costa quería evitar una más, una mirada, una palabra y un toque de diversión ante la situación.

Podía ser muchas cosas, divertido, pervertido, íntimo, pero nunca sabría cuál era si ninguno empezaba a hablar. Chocaban como mareas tratando de tener el control, como aves carroñeras cazando a su presa, pero sin ninguno dar su brazo a torcer.

Hasta que la primera se cansó.

— ¿No vas a decir nada? — Inquirió dándole su toque de maldad entre sus genes, alzando sus cejas y bajándolas repetidamente.

— No. — Se volteó a mirar la televisión para dejar pasar desapercibida aquella tensa mirada de su hermana menor.

Imposible.

— ¿Seguro?

— Seguro. — Trataba de hacer lo mejor para distraerse de ella.

Pero la paciencia no estaba escrita en su diccionario mental, no estaba grabada en su ser por lo que golpeó, con sus palmas, la mesa. —¡SUNG JIN-WOO! — Eso si le llamó la atención de todas las formas posibles. — ¡¿Qué sucedió entre ustedes dos?! — Se notaba que se moría por saber porque estaban tan íntimos juntos, según ella.

Él solo atinó a suspirar recordando.

"— Llegamos. — Anunció en voz baja aun sabiendo que no le iba a responder, aun entre sus brazos solo escuchó una pequeña murmuración por parte de la chica sin alzar su vista.

Cerró la puerta suavemente para encaminarse a la sala del hogar del cazador, paró un momento para dejar las cosas de la chica en la mesa y llevarla a su habitación. Con todo el cuidado que pudo tener se arrodilló en el suelo, al filo de la cama, para irla soltando poco a poco; se quedó en esa posición un rato ya que ella no lo quería soltar, que con dos palmaditas ella poco a poco lo soltó aun temblando. Sung se levantó para ir al armario y sacar de este una camisa grande que pudiera ponerse, pues la que tenía estaba gran parte rasgada, además que sus pantalones no estaban en una muy buena calidad ahora.

— Toma. — Se la extendió. — Cúbrete más. — Y tomó la prenda, pero al momento de él querer irse, ella se lo impidió.

— Por favor... No te vayas. — Susurró trémula. — Por favor.

Sung pareció pensarlo seriamente, alternó su vista de la puerta a ella. Tenía su mirada al piso, sus ojos se mostraban vacíos, su cuerpo se veía tembloroso y frío. Suspiró para asentir y quedarse en la misma posición, solo que dándole la espalda para que ella pudiera cambiarse; escuchando uno que otro gemido de dolor, imaginándose que eran los golpes recibidos en la mazmorra, el sonido de la ropa ser tirada al suelo, sus tenis caer por ahí y la respiración agitada de la pelinegra.

Esperó pacientemente hasta que sintió un pequeño jalón en la manga de su chaqueta. Se volteó.

Toda su ropa sucia estaba en el piso, ella estaba sentada con solo la camisa que le había proporcionado dejando a la vista sus piernas, a pesar que era corta para él, le quedaba grande. — Gracias. — Alzó la vista mirándola sonreír débilmente. Trató de levantarse y quedar a su lado, pero un pequeño dolor le recorrió la espalda que la hizo tambalear.

Sung logró alcanzarla. — Cuidado. — La tomó de sus piernas y sus hombros, alzándola y dejándola cuidadosamente en la cama. Haciendo una nota mental de nunca utilizar la recuperación de ella, solo en casos extremadamente necesarios. Retiró un cabello rebelde de su rostro, la observó. — Me siento muy bien, tal vez tome casi toda tu recuperación. — Podía deducirlo con solo verla.

Mi Musa Escarchada [Sung Jin woo X Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora