𝟎𝟐| 𝙿𝚎𝚚𝚞𝚎𝚗̃𝚊 𝚛𝚎𝚌𝚊𝚒𝚍𝚊

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Después de varias giras de concierto se dieron un pequeño descanso, estaban demasiados exhaustos, aunque que Tom no tendría un descanso como tal pues tenía que solucionar alguno conflictos que se estaban presentando para su dichosa boda

—¿Ya has comprado el traje?—Preguntó Gustav
—No, he estado demasiado ocupado que no me da tiempo y sinceramente no tengo ganas—
—¿No tienes ganas? Pero si estás a nada de casarte Tom ¿Cómo que no tienes ganas?—
—Bueno, estoy frustrado solo es eso—
—Date prisa o si no Heidi se pondrá histérica, la pobre tampoco ha descansado viendo todos los preparativos—Respondió Gustav

—Si lo se Gust, déjame disfrutar estos 10 minutos—Soltó mientras hundía su cuerpo dentro de la alberca

Miro el cielo cerrando los ojos de un pestañeo al ser lastimado por los rayos de sol. Después miró a Bill quien estaba sentado en unos de los camastros, con los ojos puestos sobre el móvil, tal vez revisando las redes sociales

—¿Porque no entras?¿No puedes dejar el móvil al menos un segundo?—Solto Tom
—Estoy preocupado por Emily—
—¿Qué pasa con ella?—
—Bueno Jost acaba de mandarme un mensaje de que él se había desmayado en el camerino—
—¿Desmayado?—Pregunto Tom

Enseguida Gustav, Georg y Tom salieron del alberca para ir junto al camastro en dónde Bill estaba sentado

—¿Dónde?¿En casa?—Preguntó Georg
—Van a casa, recién salen del hospital—

Miraron a Tom quien ya se estaba poniendo los pantalones con los boxers mojados

—¿A dónde vas?—
—A Ver a Emily ¿No es obvio?—
—Si tienes razón, iré contigo—Añadió Georg quien también ya estaba poniéndose los pantalones

Todos se vistieron y subieron al auto del grupo, Gustav iba manejando a toda velocidad. Hasta que llegaron, Bill y Tom apretaron los labios pues se encontraban frente y de nuevo en esta misma casa, ya que habían pasado 8 años desde que ninguno de los había vuelto a pararse frente a estás calles, no tenían motivo alguno

Ambos podían sentir un escalofrío por todo su cuerpo, y esos recuerdos volvían cuando habían creído que era un tema cerrado, pero eso es lo que ellos creían más no era lo que realmente era. Tocaron el timbre dónde enseguida una mujer de pelo negro les abrió la puerta

—Señora Lucrecia buenas tardes, nos hemos enterado de lo que le pasó Emily. ¿Podemos entrar?—Hablo Gustav
—Pasen, está en su habitación, está recostada, por favor no la hagan hablar mucho, ahora no necesito hacerlo—

Todos asintieron con la cabeza y entraron a la casa con pasos pequeños y silenciosos. Bill miró el sofá marrón, recordando como alguna vez hizo a Liesel suya en esa misma sala. Mientras que Tom entró a la cocina por agua recordando la primera vez que tocó a Liesel mientras la tenía acorralada en el fregadero, arrugó el rostro y enseguida salió de ahí con el vaso en las manos

Subieron las grandes escaleras de mármol hasta encontrarse con la habitación de Emily, quien estaba recostada con el rostro demacrado, los labios resecos, las bolsas de agua de sus ojos tan hinchadas, y piel pálido

—Mis niños, están aquí, no debieron venir, solo fue una recaída no es tan malo como se ve—Hablo Emily con dificultad

En ese mismo instante Tom se sentó a su lado para empinar el vaso de agua que había servido hace uno segundos, Emily levantó la cabeza con dificultad para tomar un sorbo y sentir su garganta fresca

𝗕𝗮𝗱 𝗟𝗼𝘃𝗲 𝗧/𝟮; Tom and Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora