Cuando mi cabeza consiguió aterrizar en el suelo, me di cuenta de que los diez segundos que había estado embobado mirándola, habían sido suficientes como para preocuparla.
-Eo, perdona... ¿Te pasa algo? -preguntó confusa.
" ¡¡¡Dios que dolor!!! "
Miré en dirección hacia mis piernas, casi sin mover la cabeza. Estaban debajo de varios libros que por lo que pude entender al prestar atención al agudo dolor que provenían de ellas, se me habían caído encima.
" Pero dile algo idiota. ¿A qué esperas? "
-Ehmm... -balbuceé inmóvil -¿Perdón?
-Que si te ocurre algo -dijo impacientándose.
-Ah, no, no -dije con una sonrisa patética.
-¿Estás seguro? No sé si eres consciente de que se te han caído cuatro enciclopedias encima -me respondió desconfiada -.Que por cierto, lo lamento. Hoy estoy muy patosa.
-Ah, no te preocupes, esto no es nada. Toma -le respondí mientras recogía y le tendía las enciclopedias.
-Bueno, gracias. Y perdona -se puso derecha y me observó con cierta curiosidad -. Una cosa; ¿Qué haces aquí sentado en el suelo? Se supone que no es cambio de clase aún.
-El profesor, que me ha echado de su clase -le respondí como si me pasara a menudo.
-Eso de sacar a los alumnos de bachillerato fuera de clase me suena mucho... -especuló con cara pensativa -. Ha sido Carlos, el profesor de lengua, ¿Verdad?
-¿Es que a ti también te castiga para variar? -le pregunté sorprendido, porque me resultaba muy extraño que una chica que se veía tan tranquila pudiera ser castigada repetidas veces. Aunque conociendo a Carlos...
-No, no, que va -dijo carcajeándose -. Solo que cuando me toca con él, presencias hasta 5 castigos en menos de media hora. Además, es algo muy suyo eso de sacar fuera a los alumnos; ya ningún profesor de aquí hace esas cosas... excepto él, claro está.
-La verdad que ese dinosaurio nunca cambia, llevo con él desde que empecé aquí primero de ESO, y sus reprimendas son siempre muy poco originales i distintas entre ellas, pero que te voy a contar, parece que tú sabes más del profesorado que yo.
-Bueno tampoco te creas, llevo aquí solo dos semanas -dijo tímida.
-¿Dos semanas? Entonces eres nueva, que raro que no me haya enterado. ¿Y por qué decidiste cambiarte de instituto a esta cárcel para jóvenes? -pregunté bromista.
-Decidí cambiar un poco de aires, no me acababa de gustar el ambiente de mi anterior instituto -me respondió con una ligera mueca.
-Puffff, pues menos te va a gustar el de este, lleno de carcamales e idiotas -le espeté riéndome.
-¿Tú eres idiota? -la pregunta me pilló desprevenido.
-Bueno, a veces -respondí como un tonto.
-Entonces aún hay esperanza -me sonrió.
Normalmente con este tipo de comentarios no cambio mucho la expresión pero estoy seguro de que ella notó mi rubor pintado en cada mejilla después de aquel.
-Bueno, me tengo que ir a la biblioteca a devolver estas enciclopedias antes de que mate a alguien con ellas.
-Ves, ves, no vaya a ser que este centro gane mala fama por homicidios involuntarios -le sonreí bromeando.
-Pues me marcho, y perdón otra vez por casi asesinarte - se rio.
-Descuida, adiós.
Se despidió con la mano y se fue batiendo el pelo de lado a lado con las enciclopedias abrazadas contra su pecho mientras yo perdía la mirada hasta el final del pasillo, donde de un momento a otro, desapareció.
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Mi galaxia
Ficção AdolescenteDicen que cada persona es un mundo. Yo creo que mi persona fue una galaxia, y todos los planetas de esta fueron las personas que me rodearon durante mi existencia. Las mismas que me han creado vida en muchos momentos, y las que también han desaparec...