Me levanté, me lavé la cara, me vestí, desayuné y salí de casa como un rayo. Todo esto en tiempo récord. ¿Qué por qué? Pues ni yo lo sé, simplemente quise darme un poco más de prisa que habitualmente. Supongo que estaba emocionado. Puede que por ver a Lara.
¡He dicho puede!
De camino al instituto miré mi WhatsApp y solo vi el mensaje de Carla de anoche. Me hubiera gustado más que hubiera sido de Lara pero ¿qué se le va a hacer? Hay que dar tiempo al tiempo como dice mi padre (ojalá tenga razón).
Creo que me había dejado otro mensaje aparte del que ya me envió ayer por la noche, porque en la bandeja de chats, aparecía un tres en verde en el de Carla. Bueno, si eso ya lo hablaríamos en clase.
Como iba con tiempo, decidí ir caminando a casa a pesar de mis insistentes dolores y moratones, los cuales me limitaban bastante el movimiento. Hoy el dolor se había extendido por atrás y me perforaba la espalda como un torturante taladro. Me levanté ligeramente el lado izquierdo de la camiseta para que un hematoma exageradamente colorido, se bañara con los primeros rayos de sol de aquella mañana. Había cogido una tonalidad azul oscuro que si recordaba bien, ayer a la noche al ponerme el pijama, estaba rojo. ¿Tenía que preocuparme?
Levanté ligeramente la mirada para comprobar si alguien me había visto y vi la silueta de una persona en la acera contraria, unos cuantos metros más adelante. La ignoré un solo segundo antes de volver a fijar la mirada en ella otra vez. Solté la camiseta y frunciendo el ceño me pareció ver el perfil derecho de Max.
Sí. Era él. Estaba mirando el móvil bastante concentrado.
Estaba... ¿sonriéndole al móvil?
Lo aprovecharía para asustarlo desde atrás. Así que me dispuse a cruzar la acera por el paso de cebra (bastante desgastado como para apreciarlo visualmente) y caminando sigilosamente sin hacer ruidos al andar, me fui acercando a él poco a poco. Me quedaban unos ocho metros hasta llegar a él cuando vi como ladeó la cabeza a ambos lados como si estuviera asegurándose de que no había nadie más por la zona y seguidamente alzó el móvil junto con el brazo derecho para levantarse la camiseta. Una ráfaga de luz proveniente parpadeó a la altura de su cabeza. Se había hecho una foto.
-¡Buhh! -chillé como si fuera un cutre fantasma de película mientras le agarraba de un hombro.
Pegó un pequeño brinco semejante a un escalofrío y el móvil se le resbaló de las manos. En un intento de agarrarlo en el aire, acabó en el suelo húmedo de la calle.
-Me cago en todo, ¿pero qué haces anormal? -me contestó recogiendo rápidamente su móvil de la acera -Tienes suerte de que se haya caído boca arriba, porque se me llega a romper la pantalla y te aseguro que tu cara acabaría igual que ella.
-Te ha cogido desprevenido ¿eh? -la única risa que se escuchó fue la mía. Creo que no le hizo mucha gracia -Y a quien le dedicas tu tanta sonrisa ¿eh? Que estabas como un pasmado sonriéndole al cacharro -dije para destensar el ambiente.
-Mi primo me estaba enviando memes, solo eso. ¿Pero a ti que cojones te importa? -de sus ojos emanaba un ligero desdén.
-Ya, claro... ¿Y a tu primo también le envías fotos de torso verdad?
-Para tu información, me he hecho la foto para inmortalizar los primeros resultados de los pocos días que he ido al gimnasio. Y no es asunto tuyo.
-Vale, vale, perdóneme mi pragmático amigo.
Revisó con más detalle la pantalla del móvil y deslizó varias veces el dedo por ella. Seguidamente, continuamos el trayecto hacia el instituto por aquellas calles tan poco concurridas.
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Mi galaxia
Novela JuvenilDicen que cada persona es un mundo. Yo creo que mi persona fue una galaxia, y todos los planetas de esta fueron las personas que me rodearon durante mi existencia. Las mismas que me han creado vida en muchos momentos, y las que también han desaparec...