Luna I

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Sí, lo sé, esto parece el comienzo de un libro de astrología, pero no lo juzguéis tan deprisa. Porque vengo a hablaros de alguien que es tan importante en mi vida como lo es la Luna para la Tierra.

Mi Luna se llama Max, y sin lugar a duda es de las mejores personas que he conocido. Max ha sido mi mejor amigo desde los cinco años.

Es un chico mulato de pelo corto, ondulado y castaño, ojos color chocolate, con cuatro pecas contadas en cada mejilla y con una sonrisa contagiosa. Nos conocemos entre nosotros como nadie, y es el único individuo humano por el que haría casi cualquier cosa, incluso dar mi riñón si fuera necesario. Seguro que os estaréis preguntando por qué le llamo individuo. Pues la respuesta es clara y simple: no es tan normalito como aparenta. En el sentido de que no es como el resto; él es especial. Él dice que yo también, pero eso es porque (según él) los dos somos un par de subnormales de narices, cosa que a fin de cuentas no puedo negarle. La cuestión es que siempre nos hemos entendido a la perfección (lo cual refuerza eso que dice él de que entre tontos nos entendemos). Hemos estado para el otro tanto para lo bueno como para lo malo.

Hasta ahora solo estáis oyendo como hablo maravillas de mi mejor amigo, pero como gran parte de ellos, muchos astros tienen sus defectos, sus cráteres... Y es que él tiene la costumbre de ocultar y cohibirse con cosas que cree él que pueden afectar negativamente a los demás. Nos ha causado más de un enfrentamiento entre nosotros pero como ya he dicho, los dos estamos preparados hasta para el apocalipsis si hace falta.
Ahora que lo pienso os he hablado de la Luna pero no de la Tierra (o sea de mí). No sabría describirme porque lo creáis o no, nunca he tenido la sensación de saber como soy al completo. Quiero decir, si le preguntáis a mi padre o a Max, probablemente se saquen una lista del bolsillo más larga que el rollo de papel de baño, y empiecen a cantarte características mías con ese aire de importancia que tienen en común. Pero yo no soy mucho de hablar de mí a otras personas. Supongo que por humildad y modestia porque he de decir que perfecto no soy, pero me considero muy buena persona y con rasgos personales algo envidiables. Pero como igualmente me tenéis que conocer, os hago un pequeño espóiler: soy un chaval algo normal, de pelo negro y corto; con unos ojos igual de profundos y oscuros que mis expresiones faciales y con cierto aire de serio, pese a ser una persona totalmente abierta y cariñosa con los míos. Con la piel igual de blanca que la mente, ya que siempre ando embobado, con lo que me distraigo fácil. Por cierto, me llamo Eric, un placer.

Bueno, acabadas las presentaciones, prosigo a contaros a qué nos dedicamos actualmente. Tenemos los dos diecisiete años, y vamos al bachillerato de un mugriento instituto, que si hay que ser sincero, no sé cómo se mantiene en pie a estas alturas. Creo que lo único que merece la pena en esas instalaciones son las personas que frecuentan allí (y hablo de una minoría en concreto), como por ejemplo Lara. Una chica tímida pero muy risueña a la que le encanta estar con sus amigas, ir al cine, la fotografía, la papiroflexia y visitar jardines extraordinariamente bien cuidados. No sé todo esto de ella porque sea uno de sus amigos más cercanos, sino porque se podría decir que me interesa bastante desde segundo de ESO.

A veces creo que solo existo ante sus ojos cuando nos chocamos por el pasillo o cuando sus amigas deciden ponerme en el punto de mira de un "verdad o atrevimiento".

Aún me acuerdo de la conversación más larga que tuvimos:

-Oye tú que le conoces tan bien, ¿a Max qué cosas le gustan?

-¿Por qué lo preguntas? -respondí curioso.

-Es que la semana que viene cumple dieciséis y quiero hacerle un buen regalo, pero no tengo idea de qué cosas le llaman la atención. Y no quiero cagarla y regalarle algo con lo que exprese cara de desagrado.

-Difícil está que Max exteriorice una mueca en tal contexto, no es tan frívolo. Como máximo te soltaría una sonrisa algo forzada, pero ni tú ni nadie se daría cuenta -dije riéndome.

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