Saturno II

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-Joder, ¡Qué susto! -conseguí decir exaltado mientras me giraba hacia ella. Intenté disimular mi evidente sorpresa recuperando la voz con cada respiración -Perdona, no me esperaba verte aquí.

Por fin se dignó a dirigirme la palabra. ¿Cuánto tiempo llevaba Lara ignorándome? ¿Toda la mañana?

Para mí ha sido como no existir para ella durante semanas. No quería repetirlo más.

Sonrió como si el hacer que casi se me saliera el corazón por la boca fuera algo divertido. Aunque siendo ella la culpable, no suena tan mal.

-No pasa nada, ha sido culpa mía por acecharte como un búho -hizo gestos con las manos de decir aquello entre comillas. Parecía resultarle verdaderamente chistoso.

-Más te vale que no me hayas seguido hasta aquí para quitarme el hipo así.

-Tranquilo Ken, solo venía a lavarme las manos, que las tengo llenas de ganchitos. Bueno, del polvo de los ganchitos, ya que estos están todo en mi estómago ahora mismo -posó su mano derecha encima de su abdomen como hace una embarazada pasados unos meses de gestación. Fijó su mirada en mí -Pero volviendo a la pregunta que te he hecho, ¿por qué merodeas por los lavabos del insti? ¿Es que no tienes baño en tu casa?

¿A qué venían estos ataques en forma de broma? Si llevaba toda la mañana ignorándome.

-Pues nada, he venido a pagar una cosa que tenía pendiente.

-Ah. Ya me estaba haciendo la idea de que habías venido para ver las coreografías de esta tarde. Me parecía raro igualmente, ya que te habría reconocido entre los espectadores en cualquier caso.

-Cierto, que eran esta tarde -con el rotundo dolor de cabeza que me estaba provocando aquel día, se me había olvidado y todo. Aunque para algo que me interesaba ciertamente poco, dudo mucho que me hubiera acordado en otras condiciones.

Son esta tarde! Aún estás a tiempo de verlas; han hecho una pausa.

-Entiendo... bueno, verás... - ¿Cómo le podía decir que no era algo que me entusiasmara mucho hacer, sin quitarle ese brillo que dibujaban constelaciones en sus ojos?

-¿No te apetece, verdad? -hubo una pausa en la que no supe como interceder verbalmente. Me miró un segundo y medio antes de seguir hablando. Lo siento Eric, a lo mejor me he venido arriba; seguro que tienes cosas que hacer, no te preocupes.

Mierda, no quería hacerla sentir mal por ello. No era algo que me apeteciese, y no os mentiré: llevaba un día de perros, y lo máximo que estaba dispuesto a hacer, era tumbarme en la cama hasta despertar al día siguiente.

-No, espera -¿Acaso tenía algo que decirle? ¡PIENSA RÁPIDO! -Principalmente había venido a hacer el pago del que te he hablado ahora, pero ya que estamos, también puedo quedarme a ver el espectáculo.

-¿Estás seguro? No quiero que te sientas comprometido a quedarte...

-No, no, de verdad que quiero quedarme. Me pica la curiosidad de ver qué se han montado esa clase.

Una pequeña mentira no hace daño a nadie. ¿Verdad?

-Además, Max me ha dicho entre clases que cuando acaben las coreografías, tienen pensado poner una mesa con diferentes cosas para picar.

-Ya la han puesto, pero sí, es un buen motivo para quedarse -se rio mientras abrazaba su brazo derecho con el otro. Le dediqué una pequeña sonrisa, tras la cual se escondía una pizca de vergüenza.

-Pues me lavo las manos y te espero en la segunda fila del aula 0-A, ¿sí?

-Está bien, yo iré a hacer un pis. Ahora nos vemos.

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