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            Barto me recibió con una taza de té y bocadillos, ataviado en un traje de gala y un relamido de gel en la cabeza. La celebración de cumpleaños de su padre atravesaba su punto álgido en el piso bajo nuestros pies.

La oficina era todo lo que se esperase de una familia que vive de la muerte. Sombreada por la poca luz que el único foco brindaba, decorada con ciertos detalles, cráneos, manos, y demás huesos.

¿Quién era yo para juzgarlo? Jörg bromeaba con que debíamos de tener un acuerdo entre las familias, a fin de cuentas, por nuestros productos ellos tenían clientes.     

—¿Has visitado Egipto?—preguntó, colocando sobre el escritorio una carpeta—. Porque necesito que te imagines una pirámide.

El eficiente Barto desenmarañó en cuestión de minutos una red de tráfico humano. Desde la cabeza de la organización y secta, liderada por religiosos en El Vaticano, hasta eslabón más débil. La lista élite de los clientes más asiduos estaba completa con nombres de presidentes de naciones con la economía suficiente para invadir países pobres, pasando por famosos cantantes, conocidos actores y personas de altos rangos en cargos políticos.

El internado de Agnes servía como filtro, raptaban muchachas, niñas, de la clase más baja, que no tuviesen familia con la voz o los fondos para buscarlas, porque, ¿quién desconfiaría de los hijos de Dios? Les ofrecían becas para estudiar en el prestigioso colegio, luego las sacaban del país con la misma mentira y nunca más se sabía de ellas y quién preguntase, o acababa huyendo por amenazas o eran eternamente silenciados.

Alemania exportaba directamente a Bucovina, Rumania. Sitio sede de uno de los huecos de parafilias y perversiones más recurridos por gente con poder.

Lo intuía, más de un político y empresario en la ciudad acudía a ciertas entretenciones repulsivas para saciar sus instintos. Reservaban esa información con orgullo en cajas fuertes, fotos de sus víctimas con el horror estampado en los rostros juveniles.

—Tu linda Agnes está a salvo, tiene familia conocida y un colchón grueso relleno de billetes esperando sus dieciocho años—dijo Barto, deslizando una hoja más hacia mía—. Felicia Noir es la albacea de la fortuna que Lorraine Wilssen dejó para sus hijas, cientos
de millones de euros repartidos en propiedades, joyas, piezas de arte, muchas desaparecieron tras el fallecimiento de Lorraine. Noir Envía una miseria cada temporada, comparado a lo que tienen esas chicas.

La tal Felicia era inteligente. No enviaba demás porque sabía que de las manos codiciosas de Edinson Becker no pasarían.

—¿Dices que las denuncias que ingresan en contra del internado, desaparecen?

—Como por arte de magia—canturrea con intriga—. Estos círculos tienen ojos y oídos por todas partes, en dónde menos lo imagines, el mal es astuto y trae catálogo, ¿lo quieres ver?

No contesté, sin embargo, Barto me abrió bajo la nariz un álbum de fotos instantáneas con docenas de jovencitas y niñas en poses y vestuarios sugerentes, a su lado, rezaba la inscripción: ejemplar 22.

Aparté la mierda lejos. No venía por eso.

Repasé de un vistazo la información de Agnes, qué hacía en sus tardes, por lo que leía, aburridas, quiénes eran sus amigas. El enlace entre el internado y las cabezas de la organización la tenían, el monseñor Fischer, encargado de los viajes entre países, el padre Kohler y la abadesa, directora del internado, Clawtilde Möller.

—Y esta es información extra confidencial, debería cobrarte más, pero eres de los míos, mi amigo—se tocó el pecho con dramatismo—. Cada verano asisten a un festival, cambia de localización, la del año pasado fue en Bangladesh. Practican rituales, ofrendan vírgenes, montan un espectáculo sanguinario que alimente sus deseos más pérfidos que has visto jamás. El último año abrieron un agujero en la tierra y lanzaron chicas prístinas, bellísimas. Dicen que los gritos dejaron de escucharse hasta horas después, era música para esos degenerados, tenían orgías entre ellos, con las chiquillas que roban, incluso había unos, los que pagaron más, ni...

La Petite Mort IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora