Ella

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Sasuke Uchiha, un hombre importante de negocios, que en teoría  debería estar muy ocupado como para pensar en otras cosas que no fuera  el negocio familiar

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Sasuke Uchiha, un hombre importante de negocios, que en teoría debería estar muy ocupado como para pensar en otras cosas que no fuera el negocio familiar. Muchos pensaron que por sus ocupaciones seguía soltero a los treinta y cuatro, aún teniendo a un montón de mujeres listas para darle el sí, si él se los proponía, pero mucha gente a su alrededor quedó sorprendida al ver que un hombre como él fuera padre soltero. Y lo que más sorprendía, era que no era del tipo de progenitor que daba a sus hijos todo a manos llenas sin educarlos o convivir con ellos, pues todos los que lo conocían, veían el cómo solía repartir su tiempo lo mejor posible.

Probablemente no era del tipo de hombre que abraza o dice un "te quiero" a sus hijos, pero todos podían notar el amor que le tenía a su primogénito con ver, el cómo ese niño de escasos ocho años, era su prioridad ante todo. Claro, habían situaciones en que lo que Kisho Uchiha necesitaba, podía esperar un poco ante una crisis de negocios, pero era entendible.

Muy pocos sabían la verdad respecto al origen del hijo de Sasuke, muchos creían que era adoptado y el parecido era coincidencia, parte de la elección al adoptar, pero habían muchos rasgos en él que hacían dudar de aquellas sospechas. Pocos conocieron a la madre, y aquellos que estaban seguros que tal hijo era legítimo, pero desconocían la verdadera historia tras su nacimiento, creían que la madre era una mujer sin instintos maternales que abandonó al niño, e incluso, surgieron muchos otros rumores mucho menos agradables.

Sin importar ello, había algo seguro en todo esto. Desde que Kisho fue reconocido como hijo del menor de los Uchiha, éste último había estado al pendiente de él. Sus más íntimos amigos —que eran dos o tres— sabían que él se levantaba por las madrugadas a darle de comer, a cambiarle el pañal o atenderle cualquier malestar, pero también se dieron cuenta —junto con otros más— que si quería mantener la empresa en pie, no podía dedicarse al cien por ciento al niño.

Una niñera fuer la solución, algo que poco le agradó al hombre. Pese a ello, el trabajo de aquella empleada no estaba en casa; Sasuke no desperdiciaría cualquier momento libre para estar con su hijo, por ende, la nana estaba obligada a seguir día y noche a Uchiha, para que éste pudiera atender al niño de vez en cuando. O al menos en la mayoría de las veces, pues al azabache le preocupaba que una vida ajetreada desde muy joven, pudiera dañar a su retoño.

La parte más difícil fue cuando el niño entró al kínder. Tanto juego e interacción con otros niños lo dejaban agotado, obligando a Sasuke a abstenerse del mandato de que lo llevaran a la empresa al salir del colegio. La situación fue dura para el hombre, pese a que no lo mostraba, pero los primeros días, era notoria su inquietud del no tener cerca a Kisho —y aún después de dos años seguía ansioso, pero lo controlaba mejor—. Realmente nunca superó tal hecho, pero conforme el niño crecía, se disminuían sus incertidumbres.

La relación padre e hijo era difícil de comprender, aún para la gente más cercana a ellos. Muchas veces pensaron que el niño intentaba ganarse la aprobación del hombre, siendo en exceso cariñoso, pero la realidad era que Kisho, mejor que nadie sabía que su padre lo adoraba y sus actitudes, más bien eran las normales de un niño de su edad, especialmente, teniendo en cuenta que teniendo a su tío lejos, su padre era su única familia sanguínea. En cuanto a la niñera, el azabache procuró cambiarla constantemente, según él, para que su hijo aprendiera a desprenderse de lo que no es duradero.

Todo era tranquilo en la vida de la pequeña familia de Sasuke, se sentía contento de tener a su hijo, eran momentos dichosos que llenaban el vacío de la pérdida de los padres. De hecho, muchos que lo conocían, podrían testificar que él ya no era tan frío como en el pasado, aunque claro, si no conoces a Sasuke Uchiha antes de la aparición de su adoración, no podrías notar la diferencia.

Eso si, lo que nunca debía mencionarse frente al azabache, era la posibilidad de una futura madre para su dicha, y mucho menos podía mencionársele a la biológica. Si se hablaba de una madre nueva, argumentaba que nadie valía la pena, mientras que con la verdadera, evitaba el tema por completo, incluso evadía marcadamente a los que conocían la verdad si lo llegaban a sacar a flote. El único que podía hablar del tema sin recibir alguna cruel mirada o una rotunda evasión, era Kisho.

¿Las explicaciones para el niño? Es lógico que un niño de siete años pregunte la ausencia de su madre cuando en la escuela ve a todos sus compañeritos con la propia, y desde la primera vez que preguntó por ella, Sasuke no supo qué responder. Claro, decirle que estaba muerta era una buena opción, pero ver los ojos de su hijo con un brillo de esperanza la partía el alma y tampoco podía decirle la verdad, aún era muy pequeño para comprenderla. Por ello, él se limitaba a decirle que estaba de viaje. No era lo más ortodoxo, y menos porque sabía que conforme creciera, el niño entendería que le había estado mintiendo, pero esperaba que funcionara lo suficiente hasta que Kisho tuviera la edad para conocer la verdad. Era lo que el hombre esperaba, pero claro, no todo puede salir al pie de la letra y mucho menos porque a los niños no deben subestimárseles. Es verdad que la mentira duró gracias a que Itachi ayudó un poco, pero las preguntas comenzaron a hacerse más frecuentes, sin mencionar que algo impredecible iba a suceder.

Una noche, tan común como cualquiera de los últimos siete años, tras una larga jornada en la oficina y una ida a comer pizza, por petición de Kisho, Sasuke y su hijo volvían a casa. Era viernes por la noche, al siguiente día no habría trabajo y no esperaban a nadie, ni siquiera a la nana, que tendría el día el fin de semana libre; empero, al llegar a las rejas que daban paso a los alrededores de la mansión, ambos pudieron divisar a una mujer de no más de veinticuatro años que bebía lo que parecía café. No tuvo que pasar mucho tiempo para que Sasuke la reconociera pese al tiempo transcurrido, y el gesto en su rostro se endureció, mucho más que cuando le recordaban a la madre biológica de su hijo.

Uchiha pensó en seguirse de largo e ignorarla, la seguridad se encargaría de ella si pasaba la barda, pero su presencia podría afectarlo, especialmente a su hijo.

Llamó a uno de los sirvientes y pidió que llevaran el auto dentro, al igual que a Kisho, quién no dejaba de preguntar por la misteriosa mujer, hasta que su padre le dijo que eran parte de sus negocios, sólo así aceptó ser mandado a la cama, advirtiendo a su padre que le había prometido estar libre el fin de semana.

Ambos adultos sólo cruzaron un saludo al verse, y esperaron a que el niño entrara a la casa, para ambos dirigirse desde el portón a la mansión. Sasuke solicitó no ser interrumpidos justo antes de cerrar la puerta de su despacho, y pese a ello, la charla no comenzó hasta que él llegó a la silla tras su escritorio.

—¿Es él? Se ve saludable.

—¿A qué has venido? —Cuestionó con brusquedad— Te recuerdo que firmaste papeles.

—Lo sé... créame que lo sé muy bien —bajó la mirada— No estoy aquí para chantajes ni nada por el estilo— levantó de nuevo el rostro— Sé lo dije aquél día: un trato es un trato.

 créame que lo sé muy bien —bajó la mirada— No estoy aquí para  chantajes ni nada por el estilo— levantó de nuevo el rostro— Sé lo dije  aquél día: un trato es un trato

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Y tal como lo dije, subiré capítulo una vez por semana. Espero que éste segundo episodio no les haya decepcionado, aunque seguramente les he plantado varias dudas. Hagan sus predicciones, y nos veremos la semana que entra. Gracias a todos los que estén leyendo.

Padre solteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora