Ira del padre y el amor de un hijo

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Una vez más tengo que disculpar mi demora, después de mis vacaciones me he encontrado un poco ocupada, así como que mi musa se fue volando y no quiere regresar por más que la llamo. Pese a ello, aquí traigo un nuevo capítulo, que espero siga siendo de su agrado.

De  algo sirvió tener a Itachi en casa, pues al menos él se estaba  encargando de la dichosa fiesta de cumpleaños, algo que al menor de los  Uchiha lo beneficiaba en varios aspectos, y el principal de todos,  además de evitarse las molestias, era ...

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De algo sirvió tener a Itachi en casa, pues al menos él se estaba encargando de la dichosa fiesta de cumpleaños, algo que al menor de los Uchiha lo beneficiaba en varios aspectos, y el principal de todos, además de evitarse las molestias, era que no tenía que verlo tan seguido, pues cada que se encontraba con su hermano desde la dichosa llamada, a Sasuke le nacían las desbordantes ganas de tomarlo por el cuello con ambas manos. Cualquier instinto homicida aumentaba cuando al susodicho se le ocurría mencionar a la pelirroja.

Por otro lado, ya parecía mala idea haber contestado, aunque fuera una mentira, la cuestión de su hijo, pues cada que se quedaban a solas, Kisho no dejaba de hacer preguntas sobre su profesora. Que si le alegraba saber que ella iría a la fiesta, que qué era lo que más le gustaba de ella, que si algún día le pediría que fuera su novia... y quién sabe cuánta pregunta más que se repetía hasta el cansancio, pues Sasuke no contestaba a ninguna.

—Papá ¿por qué no me contestas? ¿Te da pena hablar de Sakura-sensei? —El mayor permaneció callado mientras conducía— ¿Sabes? A mí también me da vergüenza hablar de quien me gusta —Uchiha miró con sorpresa a su hijo ¿cómo era posible que un niño de su edad hablara, de gustarle alguien? Con la mirada exigió una explicación— Si contestas mis preguntas, yo confieso quien me gusta y si quieres, contesto las mismas preguntas ¿trato hecho?

¡Vaya! Como si no tuviera nada de qué preocuparse, ahora su hijo le confiesa que le gusta alguien, y para saberlo, es chantajeado por su propio hijo. ¡Maldito Itachi! Seguramente de él aprendió a hacer eso. Y claro, Sasuke quería saber de quién se trataba, Kisho era demasiado pequeño para pensar en amores, y esperaba que dicho amor, fuera platónico. Ahora, si quería saber la verdad, debía seguir mintiéndole a su hijo.

—Bien, tienes razón, me da algo... algo de pena —contestó Sasuke con dificultad, estaba aplastando su orgullo por su hijo y de menos, el tartamudeo ayudó a convencer sobre su dichosa vergüenza— Sabes que no acostumbro... éstas cosas.

—No te preocupes papi, esto se quedará entre nosotros —sonrió ampliamente mientras miraba a su padre— Pero tampoco se lo digas a tío Itachi ¿eh?

—Bien, pero empieza tu, para estar parejos.

—Esto... ¿yo? Pues... —el niño estaba sonrojado, era un gesto muy inocente, jamás había visto a su hijo tan nervioso desde que dejó de temerle a la oscuridad— Es... ¡es Konata-chan! —Aún con las mejillas sonrojadas, miró a su padre con una alegre sonrisa— ¡Ya la invité a mi fiesta y dijo que si!

Sasuke había parado ya el coche en el estacionamiento del restaurante, y oír el nombre de la susodicha, no pudo caerle peor. ¿No se suponía que el primer amor de los niños, era la maestra? ¿Por qué de tantas niñas, su hijo había elegido a la segunda hija de su estúpido amigo? Y claro, de las dos niñas que tenía el Uzumaki, Kisho tuvo que elegir precisamente a la que más se parecía al rubio en carácter; y por si fuera poco, sus esfuerzos por no invitar a Naruto, se habían ido al demonio.

Padre solteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora