Adiós

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Como saben, seguiré tardando en mis actualizaciones, pero aunque sea lento, será seguro.

Para  las treinta y dos semanas, Sasuke y Karin parecían una pareja común y  corriente, al punto de que Sasuke dormía a su lado desde hacía poco  menos de un mes, a pesar de lo difícil que algunas veces solía ser el  poder entrar a la suite sin se...

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Para las treinta y dos semanas, Sasuke y Karin parecían una pareja común y corriente, al punto de que Sasuke dormía a su lado desde hacía poco menos de un mes, a pesar de lo difícil que algunas veces solía ser el poder entrar a la suite sin ser visto. No pasaba nada entre ellos, al menos nada más allá de caricias y besos que no dejaban de subir de tono con cada uno. Para Karin, todo aquello era como un sueño, uno que seguía sin atreverse a deshacer con una pregunta que le había estado asaltando la cabeza desde que ocurrió el primer contacto con sus labios. Pero ¿qué más daba? Ella era una adolescente, inmadura, con derecho a equivocarse; sí había alguien que debía comportarse era él, y si él no lo hacía ¿por qué detenerse? Y esa pregunta le traía un problema más: el bebé.

Desde hacía varios días ella y Uchiha habían estado jugando "a la casita" ella sin saber qué significaba todo aquello, pero, cuando tuviera al niño ¿qué pasaría con ellos? Si todo aquello sólo era "vivir el embarazo", entonces la verdadera pregunta era ¿qué pasaría con ella? Ese niño que crecía en su vientre se ganaba con cada día que pasaba su corazón; era difícil admitirlo, pero no dejaba de ser cierto. Realmente, después del embarazo ¿jamás volvería a saber del niño? ¿No podría conocerlo? ¿Verlo crecer? ¿Abrazarlo? Pensar en ello la acongojaba pero... Uchiha había sido bastante generoso y considerado con ella ¿y si le pedía la oportunidad de interactuar con el niño de vez en cuando? ¡No! Obviamente se negaría porque... porque él sólo quiere al niño para él, por eso en el contrato ella no podría exigirlo después de la primera semana de su nacimiento.

¿Y si se rehusaba a entregar a su hijo? ¡No! ¡Ni pensarlo! Ella tenía palabra; además ¿qué haría ella con un bebé? ¿Qué le diría a su madre? ¿Qué diría ella? No, ella jamás podría darle la vida que su hijo merecía, ni siquiera podía dársela a sus hermanos.

Toda angustia que la joven podía tener salía a brote cuando se encontraba sola, incluso algunas veces en que su enfermera estaba presente; pero toda preocupación se desvanecía cuando veía al padre de su hijo entrar por la puerta, o cuando ella, estando en la habitación, lo oía preguntar por ella. Era absurdo...

Aquél día en especial, cumplidas las treinta y tres semanas, ocurrió algo especial, así como inesperado. El día había iniciado normal, su transcurso fue sin novedad, pero a la noche, entradas las 9:00 p.m., ocurrió la primera anormalidad:

Karin se encontraba frente al televisor viendo una de las películas que su anfitrión le había llevado recientemente, cuando menos se lo esperó, el aludido llegó a la suite con algunas bolsas en las manos. Era extraño verlo a esa hora, aún era temprano, pero ello no amenguó la alegría que ella sentía al verlo. Y a pesar de que la película había captado su atención, se levantó de un salto del sillón y se precipitó a recibirlo con su ya acostumbrado beso.

—¿Qué tal su día?

—Bien. Siéntate —ordenó, y ella obedeció con extrañeza ante su actitud frívola.

Padre solteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora