El menor de los Uchiha ha decidido convertirse en padre, sin importar la existencia de una pareja. Pocos conocían su deseo y al verse cumplido, todos quienes lo conocían quedaron sorprendidos, especialmente porque les intriga cómo es que Uchiha serí...
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Ya habían transcurrido dos horas desde que había dado inicio la fiesta en las que con cada minuto, Sasuke se sentía ansioso y desesperado. Ya había enviado tres mensajes a la pelirroja y le había marcado cinco veces siempre mandándolo a buzón de voz. Estaba comenzando a pasar de la inquietud a la ira, pues sólo podía pensar que ella no vendría y terminaría por decepcionar a su hijo, quien cada media hora se paraba frente a él preguntando por ella.
—¿No cree usted Uchiha-san?
Se volvió hacia la mujer pelirrosada que había estado conversando con él, o mejor dicho, ella no paraba de hablar mientras él se ensimismaba y de vez en cuando buscaba con la mirada a la mujer, porque a pesar de creer que ella no asistiría, aún tenía la esperanza de que sólo estuviera retrasada.
—Ahora vuelvo.
El azabache no le dio tiempo a la maestra de su hijo para hablar y se levantó de la banca precipitándose hasta Itachi que había estado dando vueltas por el parque de diversiones.
—No llegará. ¿Qué le diré a Kisho?
—Quizá sólo venga al pastel, no te impacientes, estás más inquieto que Kisho.
—¡No! No vendrá, le dije explícitamente que viniera a inicios de la fiesta para no hacer esperar a Kisho.
—¿Y crees que te haría caso? Ella tiene sus propios asuntos y quizá la retrasaron.
—¡No! ¡No vendrá!
—Si tan seguro estás, entonces será mejor que pienses cómo decirle a tu hijo que no tiene una madre —el azabache frunció el ceño— Aún es chico, pero no es tonto. Puedes decirle las cosas sin entrar en detalles.
Uchiha endureció aún más su gesto ante la mirada del mayor. Itachi tenía razón, porque después de decepcionar a su hijo por la ausencia femenina en la fiesta, el infante lo haría cumplir su promesa de irla a ver, algo que él no permitiría después de que Karin faltara a su palabra al no llegar. Esto último lo orillaba a lo que su hermano ya había advertido, que era decirle a Kisho la inexistencia de la madre que él le dibujó para no decepcionarlo, pero ¿cómo explicarle a un niño que apenas cumplía nueve años que, mientras sus amigos y compañeros tienen un padre y una madre concebidos —en apariencia— por amor, Kisho, por otro lado, era producto de un acuerdo para que él pudiera ser padre? Obviamente él lo amaba más que a nada en el mundo, pero su pequeño necesitaba el amor de una madre, y el culpable era él mismo por haberle inventado algo que nunca fue, es, ni será.
—Mañana hablaré con él —musitó más para sí que como respuesta a su hermano.
Como forma de apoyo, Itachi colocó su mano sobre el hombro de su hermano y dio un par de palmadas. Él confiaba que la pelirroja llegaría en algún momento, pero si se equivocaba, sabía que hablar con su sobrino sería lo más adecuado.
—¡Papá! ¡Papá! —llamaba Kisho mientras corría hacia ellos— ¿Ya llegó mamá?
—No... —no tenía el valor de decirle que no vendría.