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La luz de la luna entraba completamente por los ventanales de la alcoba de la Princesa Aegalys, cual iluminaba la delgada figura de la princesa, quien estaba sentada en su cama nerviosa pero decidida.

Decidida se levantó, yendo hacia la puerta abriéndola. Encontrándose con el rostro de su guardia y amigo, Ser Royce, quien giro su cabeza al escuchar el sonido.

"Princesa" inclinó su cabeza." ¿Sucede algo?" Al verlo, notó la preocupación en su rostro, lo que la hizo sentir aún más inquieta.

"Ser Royce, necesito hablar contigo", dijo Aegalys con voz temblorosa alejándose del marco de la puerta, entrando a sus aposentos. "Puede entrar" le dijo, al ver cómo el hombre quedaba quieto.

Ser Royce lo pensó un momento. No era bien visto que un hombre que no sea el esposo de la dama entrase a sus aposentos.

Miro hacia el pasillo notando que estaba vacío. Entró rápidamente y cerró la puerta detrás de él. "Mi Princesa, ¿ocurre algo? Está temblando".

Aegalys respiró hondo antes de continuar. "Ser Royce, necesito compartir algo muy importante contigo. Algo que solo tú y yo debemos saber".

El guardia asintió solemnemente. "Puede confiar en mí, Princesa. Estoy aquí para protegerla y servirle".

Aegalys le miró directamente a los ojos verdes del hombre, buscando cualquier señal de comprensión. "Mi matrimonio con Oberyn Martell ha sido una unión política. Él no me ama y me desprecia abiertamente, cómo ya te he contado.  Pero hemos llegado a un acuerdo... Un acuerdo que podría permitirme tener herederos, proteger mi honor y ayudar a mi casa".

Ser Royce frunció el ceño, evidentemente confundido. "No entiendo, Princesa. ¿Qué acuerdo ha hecho con el Príncipe Oberyn?"

Aegalys tomó aire y continuó. "Oberyn permitirá que yo tenga hijos con otra persona, y esos niños llevarán el apellido Martell y Targaryen. Serán considerados sus hijos, aunque biológicamente no lo sean".

El guardia parecía sorprendido por la revelación. "¿Y por qué, mi señora? ¿Por qué Oberyn aceptaría algo así?"

"Doran lo amenazó diciendo que si no tenía un heredero legítimo, le quitaria su título de príncipe" Veía con cuidado las expresiones de la cara de Ser Royce.

"Princesa... ¿Por qué me cuenta todo esto?." Había algo en el tono de voz del Ser que Aegalys pudo distinguir. Era como si el Ser ya supiera lo que la princesa trataba de decirle, pero a la vez quería que las palabras salieran de su boca.

Aegalys desvió la mirada, sintiendo una mezcla de vergüenza y determinación. "Porque... porque he llegado a confiar en ti, Ser Royce. Durante estos meses en los que hemos estado juntos, he sentido tu lealtad y tu cuidado hacia mí." Aegalys se acerco lentamente hasta estar a centímetros del Ser. Levantando su cabeza haciendo que sus labios casi se toquen, susurro "Si tiene algún tipo de cariño hacia mí, le pido que me ayude. Hijos que puedan ser criados como Martell, pero que en verdad sean nuestros".

Ser Royce estaba atónito ante la petición de Aegalys. No esperaba que ella lo involucrara de esa manera en su plan para asegurar su descendencia. Pero también comprendió la vulnerabilidad y el anhelo de la princesa.

"Mi Princesa...", comenzó a decir, buscando las palabras adecuadas. "Yo le he servido con lealtad y protección. Mi deber es cumplir con sus órdenes y deseos. Si eso significa ayudarla, estaré dispuesto a hacerlo".

Aegalys sintió un alivio mezclado con gratitud al escuchar las palabras de Ser Royce. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras le ofrecía una sonrisa trémula.

"Gracias, Ser Royce. Su lealtad y apoyo significan más para mí de lo que puedo expresar."

Ser Royce inclinó la cabeza en señal de respeto. "Haré todo lo que esté en mi poder, mi señora. Estaré a su lado en este camino".

Con un movimiento decidido, Aegalys se acercó a Ser Royce, dejando que sus labios se encontraran en un beso apasionado. Sus cuerpos se fundieron en un abrazo, lleno de anhelo y deseo contenido durante tanto tiempo. Juntos, se adentraron en la cama, compartiendo sus miedos y esperanzas en un acto de amor desenfrenado.

La noche se convirtió en un torbellino de caricias y gemidos, donde Aegalys y Ser Royce exploraron el éxtasis de la intimidad mutua. Cada beso, cada roce y cada palabra susurrada fue un recordatorio de su amor prohibido pero poderoso.

Cuando el alba asomó por la ventana, Aegalys y Ser Royce yacían abrazados, sus cuerpos entrelazados en un abrazo íntimo. Sus miradas se encontraron una vez más, esta vez cargadas de ternura y complicidad.

Ambos sabían que el camino que les esperaba no sería fácil, pero mientras estuvieran juntos, podrían enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

Así, Aegalys Targaryen y Ser Royce se prepararon para levantarse y enfrentar el mundo exterior, llevando consigo el recuerdo de una noche de pasión y amor, una chispa que los mantendría unidos en los tiempos oscuros que se avecinaban.

The Union Between the Dragon and the Red Viper; Oberyn MartellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora