Dedicado a nadarosa
Al abrir los ojos encuentro una senda oscuridad, tan profunda que por unos instantes creo haber muerto o estar habitando algún tipo de limbo entre dos mundos como castigo por mis actos. Por suerte mi visión se acostumbra paulatinamente a la falta de claridad, hasta que consigo percibir un pequeño resquicio de luz que parece provenir del bajo de una puerta. Ese detalle confirma que continuó con vida, aunque en estos momentos no estoy segura si he de alegrarme por ello. Mis entumecidos brazos han sido sujetos por encima de la cabeza con gruesas y apretadas cadenas provenientes del techo, permitiendo que solo las puntas de mis pies desnudos rocen el mohoso suelo de la prisión.
Un habitáculo que puedo percibir como estrecho, conformado por piedra oscura y fría, que hiela mi cuerpo hasta los huesos. Mientras tiemblo haciendo tintinear las cadenas que me sostienen, lo único en lo que puedo pensar es en los chicos provocando un mar de lágrimas. En medio de mi aflicción unos ruidos provenientes del otro lado de la puerta hacen que me preparé para lo peor.
Cuando esta se abre la celda se inunda de toda la luz que brilla en el exterior, cegando mis ojos e impidiéndome reconocer al inoportuno visitante. Por suerte no tarda demasiado en ingresar, cerrando tras de sí, aunque deja abierta una pequeña compuerta usada para proveer de alimento a los prisioneros. Confusa lo veo dirigirse a una esquina de la habitación tomando entre sus manos lo que creo identificar como un cubo de madera, pero antes de que pueda preguntar cuáles son sus intenciones me rocía con una ráfaga de agua helada.
Mis extremidades se contraen dolorosamente ante el drástico cambio de temperatura, sin embargo el baño consigue despertarme por completo. Hasta que enfoco mejor la vista en la contrahecha figura que se yergue con orgullo ante mis narices. Lo primero que tengo en claro es que no se trata de un ángel, sino más bien uno de esos seres de Elis que extrañamente ha acabado en Anfor, un mundo que sé, está vetado para ellos. Curiosa repasó sus características intentando averiguar a qué raza pertenece, a pesar de mi absoluta inexperiencia.
Es muy alto, con una piel dura y de color verdoso. Su cabeza calva, orejas grandes y los colmillos sobresaliendo ampliamente de su boca resultan sin duda intimidantes. Pero esos profundos ojos negros me erizan aún más la piel, recordándome a la mirada de los demonios. Viste ropa sencilla, pero su calzado por el contrario es inexistente, aunque es comprensible teniendo en cuenta sus gigantescos pies. Y a pesar de parecer bien acicalado, el olor tan particular que desprende es nauseabundo incluso para el olfato más experimentado. No tengo idea de que clase de criaturas habitan Elis, pero no puedo evitar encontrarle cierta similitud con los trolls que describían los libros de cuentos de cuando era niña, sin embargo este no es ni de lejos tan afable.
—¿Dónde estoy? —preguntó tratando de sonar clara a pesar de mi agotamiento—. ¿Quién es usted?
—Estas en las catacumbas de Anfor a punto de ser juzgada por traición y enemiga de la raza ante el consejo. Pero para tu fortuna, el arcángel Miguel ha solicitado tener antes una audiencia privada —responde dejando claro su descontento ante la decisión tomada por el que supongo, es el aclamado líder de la raza, descubriéndome su verdadero nombre por primera vez.
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Light - Saga ángeles y demonios I.
FantasiJessica es una joven corriente, pero tras la inesperada muerte de su madre debe mudarse con su desconocido tío Mark. Cuando las cosas parecen tomar un rumbo esperanzador, fuerzas oscuras se ciernen sobre ella amenazando con acabar con su vida y desv...