𝙏𝙃𝙀 𝙁𝙍𝙀𝙉𝘾𝙃 𝙆𝙄𝙉𝙂 || 𝙔𝙐𝙆𝙄𝙀𝙍𝙍𝙀

7 || Another one like me

El japonés despertó en la cama del mayor, estaba cambiado de ropa, cubierto por las suaves mantas del francés. Este estaba mirando por uno de los ventanales de la habitación, completamente arreglado como ya era costumbre con sus trajes de la realeza y una de sus tantas capas, esta de color hueso con bordes dorados y los hombros con el clásico pelaje de manchas.

El hombre era realmente intimidante e imponente, alto, firme, mandatario, un alfa en todo su esplendor; pero no era perfecto, aún tenía miedo, miedo de que el menor huyera, miedo a que su reino cayera, miedo a perder a los suyos, era un rey que se preocupaba por su pueblo, sabía que su reinado pasaría a los libros de historia francesa y eso le asustaba, cualquier decisión, buena o mala, estaría marcada en el mundo, un reino completo estaba a su mandar, eso era una gran carga hasta para el más fuerte de los alfas. Gasly miraba a la ventana todos y cada uno de los días, como si buscase algo, o más bien a alguien, ese a quien le contaría todo, ese que e acompañaría en las buenas y en las malas, ese que lo consolaría, ese que en un futuro sería la madre de sus desentiendes, ese al que llamaría su omega. Yuki había llamado su atención desde que le miro, un niño frágil, delicado, hermoso, amable, amante del arte, noble, tranquilo, cariñoso, a sus ojos era perfecto y al conocerlo lo fue más.

Miro otra vez a su chico, queriendo admirar su rostro de nueva cuenta, observo como este ya había despertado, el menor al notar que el rubio le había pillado mirándole se cubrió con las cobijas, escuchando la suave risa del mayor, quien se acercó tranquilo hasta el, sentándose a su lado, Yuki por instinto se intentó levantar, tratando de alejarse, temerario a lo que le podía pasar. Lo había sedado el día anterior, ¿como no tener miedo?

Al intentar ponerse de pie el mayor tomó su muñeca, jalando de esta para mantenerlo en la cama.

— ¡Suéltame! ¡no quiero estar aquí! — reclamó el más joven.

— ¿qué pasa bonito? Ayer estábamos bien — habló tranquilo Pierre.

— ¡si! ¡Ayer antes de que me sedaras!

— era algo necesario.

— ¡Claro que no Pierre! — gritó, al momento que el ojiazul tomaba su otro brazo — ¡Suéltame! — pidió, mirando a esos azules orbes del monarca.

Al momento de verle dejo de hacer esfuerzo, esos ojos que ahora mismo tenían la pupila de un gato le miraban con enfado, haciendo que él omega se volviera sumiso ante el regaño.

— Escucha, esto no sería necesario si contribuyeras, ayer te lleve a los campos, por que me pareció que te habías comportado bien, pero hoy no pasará, ni bien has despertado y ya me estás gritando, eres mi omega, pero yo sigo siendo tu rey, no quieras cruzar la línea, Tsunoda — dijo demandante el alfa tomando con más fuerza las muñecas del pelinegro, sacándole un chillido de dolor.

— No soy tu omega — hablo con dificultad.

— Quieras o no, lo eres, por decreto del monarca francés — se puso de pie, aún tomando al más joven, sacó la cuerda que había usado los días anteriores, colocándosela al menor.