one.

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act one: shyness

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Tener 19 años y no saber manejar siendo futbolista es porque sos un pelotudo. Agustín se identifica totalmente con eso en este momento en el cual está todo empapado por la lluvia. Ninguno de sus compañeros del club con auto pudo alcanzarlo hasta su casa después del entrenamiento.

Hace 30 minutos no estaba lloviendo torrencialmente como ahora, estaba soleado, por ende no estaba preparado para tal lluvia.

Apenas se baja del colectivo, empieza a caminar rápido con la cabeza baja. Mínimo quiere entrar a un local para esperar a que pare un rato la lluvia.

Levantando un poco la vista y tratando de adivinar, se mete en un kiosko lo más rápido que puede.

—¡Me vas a mojar el piso!— Se escucha la voz de la chica que atiende el kiosko.

Siente unas gotas de agua bajar por su frente y patillas mientras se ríe. —Disculpa.— El sonido proveniente de la lengua chocando contra el paladar de la chica se hace presente. —Está lloviendo mucho.

—Sí, me di cuenta.— Responde ella en mal tono.

Se toma un momento para poder mirarla, ella tiene una cara de orto pero es una morochita linda. Muy linda. El nunca la había visto atender ahí, antes había una vieja chota que tenía 0 ganas de atender.

—¿Puedo quedarme hasta que pare un poco? Y de paso te compro algo.— El acerca al mostrador y tantea las cosas.

Le encantan las golosinas, se desayunaría tres chocolates Milka si no fuera por que tiene que mantener su físico por el club.

Deja de boludear mirando chocolates y pone toda su atención en ella, otra vez. —¿Me das un chupetín?

Ella con pocas ganas se levanta y se acerca para agarrar uno, antes de que lo haga él vuelve a hablar. —No, con chicle.— Pide y ella lo mira con cara de orto. Vuelve a molestar antes de que ella agarre el chupetín. —Azul, por favor.

Ella lo agarra con la palma de su mano y lo deja sobre el mostrador. —100 pesos.

—Uepa.— Dice sorprendido mientras saca un billete de 500 que está en la funda de su celular. —¿Tan caro?— Ella asiente. —Toma, no tengo cambio.

La lluvia afuera sigue, y parece que tiene para rato. Si se moja y se engripa le van a cagar a pedos, prefiere aguantarse la caripela hermosa de la piba esta.

Ella le da el cambio y él lo guarda en su bolsillo sin pensar en que puede quedar húmedo después.
Tira el envoltorio en el tacho y empieza a comer el chupetín.

Tiene la piel de gallina y obviamente está cagado de frío. Su casa no queda tan lejos, son 2 o 3 cuadras para caminar y si va de techito en techito puede ser que no se moje de vuelta.

Sale del kiosko sin despedirse de la morocha, seguramente en algún momento del día la vuelva a pensar, pero mientras tiene que mover el orto para no mojarse.

Va de techito en techito hasta llegar a su casa, todo empapado.

Apenas llega y como es de costumbre su perro salta al verlo con emoción, y él obviamente lo acaricia.

—Hijo, estás todo mojado, encima desabrigado.— Se queja su mamá apenas ve a Agustín, con la remera del club toda mojada.

—Hola ma, sí estoy bien, me fue re bien en el entrenamiento por suerte.— Dice con sarcasmo y su mamá gira los ojos para después darse vuelta y dirigirse al baño, él toma asiento para poder descansar un poco. —No sabes ¿Viste el kiosko de la parada del colectivo?— Le pregunta en voz alta, ella asiente mientras sale del baño con una toalla. —Parece que no atiende más la vieja.

—Esa vieja carera...— Dice de malagana y le pasa la toalla por la cabeza para secarle el pelo. —Todo caro vendía.

—Ahora atiende una piba, 100 pesos me cobró el chupetín.— Exclama con indignación. —100 pesos esta porquería.— Se saca el chupetín de la boca.

—Te vieron cara de pelotudo.— Se ríe.

Agus tambirn se ríe, pero al darse cuenta de pone serio. —Ey, no digas eso.

—Y bueno hijo, la chica fue muy viva también.

—Debe ser la nieta de la otra vieja seguro, una carucha tiene...

Se le escapa una sonrisa al recordar el físico de la chica qje lo atendió, tenía una semejanza a modelo.
Seguramente iría una y otra vez a ese kiosko, por mas de que le cobre de más.

𝐆𝐎𝐋𝐎𝐒𝐈𝐍𝐀𝐒 ! giay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora