fourty.

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giay povs
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Paso mis dedos por la tapa de la cajita que contiene el regalo que le voy a dar a Sami. Cumplimos un mes.

Un mes en el que solo quiero que ella sea mi futura jermu, la única que ocupa mis pensamientos. Fue un mes movido, pero será anécdota cuando llevemos años de casados.
Un regalito no alcanza para reflejar lo que siento por ella, ni en pedo. Ni las palabras salen bien para expresarlo, en serio.

Sé que fui un garca, posta. Las cosas que me dijo Agustina ese día resuenan en mi cabeza atormentandome, me hacen sentir como el peor gil cuando Sami no puede mirarme a los ojos mientras le digo que la amo. O cuando mi vieja me pregunta por qué no se aparece Valentín por casa y cuánto tiempo más vamos a seguir enemistados.
Lo extraño, claro que sí. Me di cuenta de que me desquité con él por algo que era puro mambo mío.

Podría pensar que estoy mejor sin ellos, que solo me traían quilombo y malas vibras, pero más allá de eso, también me alegraron banda de veces el día, siempre estuvieron ahí cuando los necesité.

Al creer que solo necesitaba a Sami, me mandé la cagada de cortar de una a mis dos mejores amigos y lastimarlos como si nunca hubieran sido nada para mí. Ahora me doy cuenta de que no solo necesito a Sami, también a Valentín y Agustina.

Sugus empieza a ladrar, señal de que Sami ya está en la vereda esperando que le abra la puerta. Bajo rápido emocionado por verla. Cuando la veo, mi cara se congela al darme cuenta de que no viene sola. Valentín y Agustina están con ella.

—Qué onda... — dice Agustina.

Su presencia me pone la piel de pollo, en serio. Es como un viento helado que te agarra en pleno verano.

Miro a Sami buscando una respuesta, pero solo me mira con una sonrisa apenada que me confunde más todavía.

Luego dirijo mi mirada a Valentín, tiene la cabeza baja.

—¿Qué hacen acá? — Es lo primero que atino a decir. —No quiero verlos.

Agustina se ríe. —¿Te creés que vinimos a pedirte perdón? Movete, que quiero agarrar mis cosas.

Samira trata de decirme algo, pero no le doy chance. Estoy re caliente.

—Escuchame una cosa, Sami ¿No te pasó por la cabeza avisarme que venían estos dos? — Le digo con bronca.

Samira baja la mirada, parece tener culpa en los ojos. —Perdon, boludo. Nk quiero verte mal, al menos habla con Valentín.— Dice con voz apenada y mirando al colorado, el cual sigue con la cabeza baja.

Agustina ya ni esta presente, debe estar en mi pieza revolviendo todo buscando su ropa.

Pero la bronca me gana. Me siento traicionado por Sami también, por no haberme avisado de esta visita.

—¿Hablar? Ya hablamos demasiado y mirá en qué terminó todo. Agustina y Valentín no son bienvenidos acá.— Me tiembla la voz al decir eso. —Si vos querés seguir adelante con ellos, entonces capaz deberías seguir haciendo rancho aparte con ellos.

Samira se estremece ante mis palabras y las lágrimas comienzan a brotar de sus ojos. —No me podés pedir eso, Agus. Te amo, pero también quiero verte feliz. No quiero perder a ninguno de ustedes. Necesitas arreglarte con tu mejor amigo.

Me siento atrapado entre el amor que siento por Sami y la bronca que tengo hacia Agustina y Valentín. La confusión y la furia nublan mi mente, no puedo ver más allá de mi propio dolor.—No puedo creer que los estés defendiendo
Si vas a ponerte en esa entonces no hay más nada que decir.

𝐆𝐎𝐋𝐎𝐒𝐈𝐍𝐀𝐒 ! giay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora