La lección duró más de lo esperado, al menos por parte de los chicos, que eran más resistentes a sus hermanas. Duraron hasta que el sol se presentó en el cielo. Mostrando un hermoso amanecer, el cielo estaba en un azul violáceo con franjas naranjas y amarillas. Era realmente hermoso.
Los omaticayas se fueron a su choza a descansar después de esa noche tan activa. Les costó un poco tener que acostumbrar su vista a la oscuridad pero estaban seguros que lo lograrían, o eso fue lo que dijo Tatyanne para animarlos.
Al menos, lograron divisar las rocas en el suelo para no caer como las últimas veces. Tsaek y Tsyal no pararon de burlarse de cómo caían una y otra vez mientras caminaban a casa.
Tatyanne giró los ojos fastidiada de sus hermanos menores. A veces podían ser una piedra en el zapato cuando querían.
—¿Se callan? Son las seis de la mañana, es muy temprano para esto. —los calló con una mirada intimidante. Ambos enseguida cerraron la boca y asintieron.
—Pero no me digas que no te dio gracia cuando se cayeron sobre otros. —Tsaek codeó a su hermana con diversión, esperando que esta sonriera y aceptara que sí le había dado risa. Pero Tatyanne mantuvo su mueca seria, hasta que suspiró.
—Sí, fue algo gracioso. —admitió con una sonrisa torcida. En eso, Tsaek y Tsyal rompieron en carcajadas. Tatyanne soltó una risa también y luego volvió a su rostro neutro. Les dio la espalda a sus hermanos para seguir caminando hasta su choza, estaba agotada y esperaba al menos dormir un par de horas.
Al llegar, su padre, Tse'tam, la recibió con una sonrisa ladina, que fue correspondida pero con algo de agotamiento.
—¿Que tal les fue? —quiso saber acariciando los hombros de la fémina con delicadeza.
—Bien, no son tan tontos como pensé. —ambos líderes rieron—. Voy a dormir un rato, estoy cansada. —Tse'tam asintió y la dejó ir. Sabía cuanto su hija trabaja y se esforzaba por ayudar a los demás, se merecían un descanso.
—Ah, te aviso que invite a los Sully esta tarde para cenar, avisaré a tus hermanos. —Tatyanne asintió desinteresadamente y siguió su camino hasta su habitación.
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Después de al menos tres horas de sueño, Tatyanne se levantó de su cama en un bostezo para dirigirse a la sala de la choza y encontrarse con su familia en una discusión.
