Capítulo 25

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Me estacioné en la caseta de seguridad y me puse una playera de nirvana, por suerte aún tenía mi gorro. Le marqué a la tía Casandra que vive en Puebla.

-¿Tía?- dije después de tres tonos.

-¿Qué pasó cielo?- dijo con voz adormilada.

-Perdón que te estoy marcando a esta hora- dije sin poder evitar mis sollosos -¿crees que pueda ir a tu casa? Necesito estar con alguien que me comprenda.

-Sabes que si nena, pero, ¿estás bien? ¿dónde estás?- dijo mientras aumentaba su tono de preocupada.

-Estoy bien y voy en la carretera.

-Entonces aquí te espero; te voy haciendo un chocolate de los que te gustan pero ya cuelga, sabes que no puedes hablar por teléfono mientras conduces y menos si vas en carretera.

-Si lo sé tía Casy, nos vemos en un rato, te quiero.- y le colgué.

Puse a todo volumen a Metallica y me dirigí a casa de mi tía más tranquila después de haber escuchado su voz.

Llegué a su casa y salió en pijama y pantúnflas con su cabello negro trenzado hasta la cintura y su taza de café como siempre.

Pacha bajó primero y se metió a la casa mientras yo cerraba bien el carro -¿Qué sucedió mi amor?- dijo ella abrazándome e inclinando mi cabeza para que la recargue en su hombro, ella es mucho más baja que yo y es morena, tiene un tono moreno precioso.

Después de contarle lo que sucedió ella no podía ocultar su coraje, se le nota porque pone tenza la mandíbula y comienza a golpear la mesa con la punta de sus dedos de la mano.

-¿A caso tus padres no hicieron nada?- dijo alfin.

-No, todos estaban dormidos; ya no puedo con una vida así tía ¡Tú mejor que nadie sabes todo lo que he pasado!- y era cierto, ella es psicóloga y es la única persona a la que le he podido confiar todo de mi sin ser jusgada.

-Tranquila Pavlova, todo va a mejorar, es una etapa que debes pasar en tu vida pero recuerda que así será más posible el que seas una gran persona; maduraste a temprana edad pero has logrado muchas cosas desde entonces.

Limpié mis lágrimas y le di un sorvo al chocolate que me preparó, me hizo recordar a cuando era más chica, ella siempre ha sido la que me conciente y me cuida; me recuerda que ha sido más madre que la propia que me enjendró.

-Te puedes quedar en tu habitación de cuando eras pequeña, talvez no tienes los mismos lujos que con tus padres pero estás a salvo.- dijo ella mientras me acomodaba la cama.

-Sabes que yo no soy así tía, no soy una princesita que le gustan los lujos, sabes que soy una persona humilde ya que tuve el mejor ejemplo en ti.- le di el último trago al chocolate y mi tía se echó a reír. -¿qué sucede?- le dije.

-Es que tienes bigotes como cuando pequeña- dijo aún sin parar de reír, le hice un gesto como si fuera un emoji.

-Si pero mira, ahora ya me depilo- y me quité la espuma con el dedo.

Me tapó hasta el cuello y me dió un beso en la frente; -descansa librería ¿recuerdas que te decía así?- asentí y me pasó el cabello detrás de la oreja, me apagó la luz y de inmediato me dormí.

Desperté y ya eran las 11:00am mi tía había metido mis maletas y Pacha dormía a mi lado. Abrí la maleta y saqué un suéter blanco me quedé con el mismo short y la misma camiceta y me puse los tenis que traía.

Bajé rápido y ya olía delicioso -hola bella durmiente- solté una risita y me hizo señas a que me sentara. -no sé si ya cambiaron tus gustos pero te hice tu desayuno favorito, huevos estrellados con tocino y cebolla precocida y un té de limón.

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