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Segundo trimestre y Sophie sentía que estaban aún a principios de año. El tiempo realmente transcurría rápido.

Pero algo si había cambiado. Ella se dirigía hacia la bliblioteca escolar, para su habitual "sesión de estudios" o eso pensaba que era.

Los primeros días del mes ese era su objetivo pero después de unos días se percató de que cierta joven pelicastaña también asistía a esas horas de la tarde para estudiar.

Desde ese entonces Sophie siempre acostumbraba a asistir a esas horas, aunque los primeros minutos normalmente se dedicaba a mirarla un ato, y no entendía el por qué. Después de unos segundos el libro llamaba su atención y comenzaba a hacer lo que debía estudiar. Esa ya era su rutina cotidiana.

Al llegar hoy, encontró a Hailee en la misma mesa de siempre. Su cabello amarrado en un moño y algunos mechones de cabello le caían desordenados en el rostro, garabateaba en su cuaderno y de vez en cuando arrugaba la nari o se mordía la lengia, cuando no comprendía algo.

Eso fue mucho para Sophie, quien duró unos minutos más de lo normal observándola, hasta que por fin se obligó a mantener sus ojos en e libro de texto.

Sophie estaba sentada en una mesa apartada de ella y debía estudiar. Mañana tendría un examen de francés y esa era su peor materia. Ella lograba pasar las asignnaturas con notas aceptables mientras que Hailee era una de las mejores estudiantes del salón, considerando que las dos duraban las mismas horas estudiando en la biblioteca.

Cuando por un segundo la materia la venció, suspiró audiblemente y abrió su cuaderno de dibujo. Se perdió en su mundo dibujando simplemente lo primero que le llegaba a la cabeza.

Duró acsi una media hora así y de un momento a otro sintió alguien tras ella. Volteó asustada y se encontró con una despreocupada Hailee, que observaba su dibujo.

-Tú...¿Qué haces allí? -preguntó y al ver que la pelicastaña no dejaba de mirar el dibujo, intentó cubrirlo con los brazos ya ue no le gustaba que vieran sus dibujos.

Era como si husmearan en su diario, aunque no tenía uno.

-Dibujas bien -comentó entrecerrando los ojos, intentando ver la hoja que Sophie cubría -¿De quién son los ojos?.

Cuando le pregutó aquello, Sophie sintió como su estómago caía. Alzó los brazos y observó, horrorizada, que era cierto lo que había dicho la otra chica. Plasmado en la superficie blanca hanía unos ojos delicados y con algunnas sombras en el iris. Sus cejas eran delgadas, el color de los ojos de una intensa tonalidas oscura y de inmediato Sophie, aunque el dibujo fuese en blanco y negro, pudo imaginarlos de un marrón claro, cálido y profundo. Apretó los puños, frustrada, y volteó a ver a la chica, un poco irritada.

-De nadie, me los acabo de inventar -sonrió falsamente y Hailee pareció creerle. Se acercó más a ella y sujetó el cuardeno de actividades de Sophie, antes de que la pelinegra pudiera hacer algo algo al respecto.

-Eres mala en francés. Así no se escribe "femme" -le indicó, alzando na ceja y Sophie se encogió de hombros.

-No importa, de todas formas suspenderé el examen -le dijo volviendo a lo suyo, sorpresivamente Hailee colocó el cuaderno en la mesa y se inclinó sobre ella, para hacer un ejercicio.

La chica con el rostro sereno y la blusa blanca de vuelos parecía un ángel. Sophie la observó durante unos segundos, pero después comenzó a escuchar lo que explicaba e increíblemente entendió.

-Oh, ahora tiene sentido -dijo abriendo los ojos, la pelicastaña rodó los suyos.

-Deberías de ser tonta para no entender -dijo antes de apartarse y volver a observar a Sophie a los ojos.

La más alta comenzó a sentirse nerviosa por el escrutinio de la mirada chocolate.

-¿Qué? Ya me insultaste, asi que ya puedes irte -le retó y los ojos chocolate de Hailee comenzaron a arder.

-Claro, cuando también te ayudé.

-Pero no por ser amable -devolvió, cruzándose de brazos.

-Cierto, lo hice porque me estaba dando lástima las estúpidas caras que hacías al no entender nada -confesó insconcientemente y con eso dejó a Sophie muy sorprendida. ¿Ella la estuvo observando? -Por esa razón tú y tus amigas están como están.

Al momento de escucharla, la sorpresa (y bueno, si, la pequeña emoción que había sentido al escuchar aquello) pasó a ser rabia. Se levantó y enfrentó a la pelicastaña.

-Si estamos así es por culpa de tus amiguitas y los imbéciles del salón, que no saben cómo tratar a la gente -le dijo en la cara y por un segundo la pelicastaña se apartó de ella.

Habían terminado muy cerca de la otra y Sophie se sintía avergonzada por ello, intentó no demostrarlo.

-No es nuestra culpa que ustedes sean un blanco fácil. De todos modos, yo nunca hago nada -se defendió, dándose la vuelta.

-¡Pero burlarte de nosotras y no hacer nada al respecto es casi lo mismo! -gritó a sus espaldas y Hailee simplemente fulminó con la mirada, antes de tomar sus cosas y salir de la biblioteca.

Sophie suspiró frustrada, dejándose caer en la silla. No entendía el por qué pero, Hailee Steinfeld la colocaba de los nervios.

Y lo peor era aquel...¡Aquel maldito dibujo!. No tenía idea de lo que había pensado al dibujarlo pero definitivamente no en Hailee.

Ella era una niñita mimada de papá e igual que hace unos meses atrás en el primer día de clases, volvió a comprobar su teoría.

Esa chica era una estúpida, al igual que sus amigas.

Rivales // Hailee SteinfeldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora