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A los dos días Sophie se encontraba en su habitación, aburrida. Llevaba un gran yeso que le cubría su brazo fracturado. Debía esperar un mes para que sanara ¡Gracias Liam-pito-corto! Por suerte sus amigas, que la habían visitado ayer, le contaron que después del incidente expulsaron a Liam del colegio durante una semana y que había recibido una gran reprimenda de la
entrenadora.

También le contaron con detalle la gran pelea que había tenido con Hailee, en la cual la casi rubia le gritaba que era un idiota como unas cien veces. Eso mejoró su día al máximo, el cual era un asco, ya que estaba sin hacer nada. Respirar no contaba como una actividad. Sólo podía pensar en la casi rubia, y para ser sincera, también en como estarían las cosas en la escuela. Sus pensamientos también viajaban a las otras dos hermanas que adoraba, las steinfeld la tenían hundida. Su brazo dolía si se daba un golpe o lo sacudía. Así que ella no podía moverse mucho.

Ya era de tarde y sus amigas debían de quedarse para el entrenamiento de Taylor. Entonces Hailee también debería de estar allí, se lamentaba ya que quería ver a la casi rubia. En verdad, quería ir a la escuela, pero su madre era paranoica.

Leyó varios libros durante las últimas horas, pero la aburrían, vio la televisión, e intentó hacer cualquier otra cosa que no requiriera utilizar su brazo. Gracias a Dios que era el izquierdo, si no estaría completamente inútil.

Ya era tarde noche cuando llegó su mamá y la saludó, su madre y ella estaban abajo en la cocina mientras Sophie seguía encerrada. Sophie estaba terminando de usar el ordenador, y llevaba uno de los audifonos, cuando escuchó el timbre. No le prestó mucha atención, ya que debía de ser una visita para su madre. Seguía mirando unos videos en YouTube cuando escuchó la voz emocionada de su mamá, Victoria.

-¡Cariño, es para ti!- Dijo con la voz alegre y Sophie frunció el ceño, quintándose los audifonos.

-¿Para mí?- Preguntó gritando, para hacerse oír.

-¡Si, es una amiga tuya!- Dijo aún a gritos y Sophie se extrañó, una sonrisa estuvo en sus labios ¿Podría ser Lisa?.

-¡Ya voy!- Exclamó, divertida, sabiendo que Lisa igual subiría.

Pero si fuera ella ¿Su madre no se lo diría como siempre? Digo, ella solo tenía tres mejores amigas.

-¡Tomate tu tiempo, cariño, yo le muestro la casa a Hailee!- Dijo Victoria riéndose mientras Sophie se caía de la silla.

-¿Quién?- Gritó, alarmada, agradeciendo no haberse golpeado el brazo, y salió corriendo por la puerta.

-¡Hailee, cariño! ¿No escuchas? ¡Me la llevaré un rato!- Dijo su maligna madre mientras Sophie corría por las escaleras.

Sophie prácticamente saltó los escalones y quedó de rodillas frente a la entrada, con el cabello alborotado. Llevaba unos short de lana y una camiseta holgada para dormir. No era la mejor vestimenta para dar saltos mortales.

Se levantó lentamente, ayudándose con la barandilla, hizo una mueca por su brazo, y se encontró con su madre mirándola con desaprobación. Pero sus ojos se clavaron en la casi rubia en la puerta. Hailee vestía una falda y una blusa muy linda mientras mostraba a Sophie una sonrisa tímida y sus ojos chocolate brillaban con diversión.

-Sophie, debes tener más cuidado con tu brazo. No quieres volver al hospital ¿Verdad?- Advirtió su madre, al notar el rubor en el rostro de su hija, observó cómo miraba a la casi rubia y aplaudió ¡Era la chica de la cual su bebita estaba enamorada!

-Perdona, mamá, es que...Hailee Qué... bueno, ¿que haces aquí?- Preguntó
levantándose mientras se rascaba la cabeza y torcía el cuello.

-Yo quería visitarte. Para saber si seguías viva, claro- Respondió la casi rubia con una sonrisa tímida mientras miraba con adoración a la ojimarron, eso no le pasó por alto a Victoria.

Rivales // Hailee SteinfeldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora