"Grábame como un sello en tu brazo, Como un sello en tu corazón. Porque es fuerte el amor como la muerte, es cruel la pasión como el abismo. Es centella de fuego, llamarada divina... Si alguien quisiera comprar el amor Con todas las riquezas de su c...
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El divorcio era inminente. Luego de una orden de alejamiento y un expediente dañado por violencia doméstica, a Gong Yoo no le quedó de otra que firmar los papeles por las buenas o su vida se haría pedazos. Ya no le quedaba atarse a la mujer de la que vivía obsesionado, lo único que le quedaba era su labor de pastor.
Jungkook acompañó a Lisa al juzgado y después de una simple firma se convirtió en una mujer libre. Estaba tan feliz por ello que comenzó a llorar apenas bajaron las enormes escaleras del lugar.
- Ángel, no llores. Todo estará bien a partir de ahora.
- Estoy feliz, Jungkook - se alejó para mirarle con ojos rebosantes de lágrimas - Pero el que Gong Yoo no haya pagado por todo lo que me hizo...
Lisa había puesto varias demandas en contra de Gong Yoo, pero al salir de la oficina del agente la verdad la golpeó con fuerza. Parecía mentira que no tomaran su violación en cuenta por estar casada con el violador. No le habían creído ni la mitad de lo que había dicho. Vale que hubieran visto al hombre de puños con el dueño de la casa, pero nadie dudaba de la fachada de pastor de Gong Yoo. Más bien lo defendían en el silencio por reaccionar a una infidelidad. Lisa salió de aquella comisaría con miradas que la juzgaban. Al final Gong Yoo fue el ganador y ella era la única que se daba cuenta.
- No volverá a acercarse a ti. Estaré para protegerte. Pondremos más seguridad y vas a vivir en paz. Nuestro bebé se lo merece. Tú te lo mereces, amor.
Lisa asintió ante las palabras de Jungkook y aceptó su abrazo con una sonrisa entristecida. Estaba tan rota, tan rota que dolía cada vez que los pedacitos se despegaban uno del otro para caer al vacío.
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Llegó la primera cita oficial con el ginecólogo. Jeongsan acompañaba a su padre y su nueva mami con una sonrisa. Parecían una estampa, pero Jungkook no paraba de mirar a su futura esposa con preocupación. Le había hablado con dulzura y tacto de visitar un psicólogo y ella se negó. Sabía que necesitaba a Jesús para ayudarla a sanar, pero la mujer estaba en un punto frío de su fe.
- Vaya, tengo una noticia fantástica para el pequeño - el doctor miró sonriente a Jeongsan.
Los padres de la criatura que se reflejaba en la pantalla sostenían sus manos con fuerza y cada latidito era aliento de vida.
