Capítulo 8

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Era un nuevo domingo, muy temprano en la mañana para cualquier familia del pueblo

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Era un nuevo domingo, muy temprano en la mañana para cualquier familia del pueblo. Lisa había pedido a Yuna que durmiera un poco más en lo que ella se ocupaba de organizar la cafetería. No le suponía una molestia, al contrario, estaba comenzando a atravesar un momento de ansiedad. No dormía nada y cada vez que pensaba en Jungkook su mente la llevaba a un viaje demasiado vívido de lo que había hecho con ese hombre. Y era pensar en eso y excitarse, aún con su marido durmiendo al otro lado.

Lisa presionaba sus muslos para apaciguar su deseo y luego, cuando Gong Yoo se marchaba a sus labores pastorales y antes de entrar a su trabajo en el centro, se metía con rapidez en el baño y entre gritos se corría al borde de la bañera.

Eso no quitaba que se arrepintiera. Que se sintiera sucia al ver la sonrisa mañanera de Gong Yoo o que lo apartara cuando quería seguir con los intentos de concebir un bebé a las noches.

Había cometido el peor pecado. Había adulterado, su matrimonio estaba roto totalmente y una de las partes ni siquiera lo sabía.

Lisa comenzó a orar mientras limpiaba minuciosamente la meseta blanca de la cafetería. Pedía perdón o tan siquiera poder olvidar aquella aventura y afrontar con madurez un domingo donde iba a verle. Estaría con su mujer y su hijo, y lo peor era que los había herido a ellos también. ¿Qué sería de Jeongsan con padres que no se quieren?

- Dios mío, te ruego perdón.

La rubia dejó su lamento de lado cuando sintió la puerta de la pequeña estancia abrirse.

- Lo siento, la cafetería está ce...

Cuando se giró para despedir cordialmente a quien fuera a esas horas de la mañana, se encontró con el motivo de sus súplicas.

Jungkook había huido de casa apenas al amanecer con intención de buscar un momento a solas con la mujer del pastor. Esa que había llevado a sus brazos hasta hacer temblar de placer.

- Lisa - susurró su nombre al mismo tiempo que sus manos buscaron el cerrojo de la puerta para echarlo.

La rubia lo miró sorprendida, con los luceros que tenía por ojos brillando. Sus mejillas cobraron el color del pañuelo que dejó caer al chocar contra el pecho del hombre prohibido que se había atrevido a probar.

- ¿Q-Qué haces aquí? - tartamudeó alejándose con un simple paso hacia atrás.

- Necesito hablar contigo.

- No, por favor. Márchate. Mi marido está dentro de la iglesia.

- Tu marido no me da el miedo que siento por haberme acostado contigo.

- ¡Shhh! - Lisa cubrió sus labios desesperada.

Tenía miedo de ser descubierta. De que cualquiera los viera o escuchara.

- Te he echado de menos - confesó el pelinegro y ella no pudo hacer más que dejar caer sus manos.

- No digas eso.

Without Sin ~ Lizkook ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora