Posible Suicidio.

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—¡Inicia la sesión!— anuncia el juez, enervando su voz y golpeando con su martillo la base donde este reposaba para obtener la atención de los presentes

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—¡Inicia la sesión!— anuncia el juez, enervando su voz y golpeando con su martillo la base donde este reposaba para obtener la atención de los presentes.

Era un juzgado bastante peculiar, por así decirlo. No habían abogados presentes puesto que el demandante y la corte así lo habían decidido, negándole el derecho de defensa a la demandada.

A la vista, el lugar parecía en penumbras, con las luces tenues, las paredes cubiertas de un rojo sangre lo cual hacía más oscura de lo que en realidad era, el caoba de los asientos y mesas era de un tono bastante opaco, a pesar del brillo que las mismas poseían.

Las personas parecían simples sombras inservibles. Almas en pena que no aportaban absolutamente nada.

—Tenemos claro que el demandante no hablará debido a sus condiciones, y además para no poner en duda el testimonio de la contraparte. La señorita demandada tiene terminantemente prohibido moverse del cuello hacia abajo, eso explica el por qué de la camisa de fuerza a la que se encuentra sometida.

El silencio sepulcral fue roto una vez más por el juez, el cual continuó con su discurso luego de una breve pausa.

—Demandada, puede comenzar con su testimonio.

Entonces, se iluminó la zona donde se encontraba la chica, como si estuviera en una especie de interrogatorio. Estaba demacrada, con el rostro magullado y lleno de cortadas; el cabello negro, sucio, despeinado y largo. Sus ojos grises parecían cansados, mas sin embargo, de sus labios rotos brotaba una sonrisa.

—He de decir en mi defensa, señor juez —comenzó ella, con la voz en un tono grave —que yo sólo soy una víctima de una vil mentira recreada por ese hombre —Señaló al susodicho con la cabeza, alzando la barbilla —¿Es justo? ¿Es justo pagar el precio de su mentira? Él ya lo hizo, pero...¿por qué yo? Si él fue quien mintió.

Un suspiro abandonó sus labios y la sonrisa burlona que había adquirido, desapareció para ser sustituida por una seriedad contundente en el rostro de la chica.

—Llevábamos siete años saliendo. Él fue una excelente pareja todo el tiempo. Tenía una lengua algo larga, debo decir, hablaba mucho.

Su hablar se vió interrumpido por una tos seca que arribó desde su garganta.

—Siempre me decía lo mucho que me amaba, que estaría conmigo para siempre. Mil veces le pregunté si estaba seguro. No sé por qué le sorprendió cuando saqué un bolígrafo del bolsillo de su ropa.

»Le dije que "La única forma de estar juntos por siempre es en el otro mundo".Yo le iba a entregar mi vida, mi mayor prueba de amor y él simplemente lo desechó. ¿Puede creer que me gritó en la cara cuán loca estaba cuándo comencé a rasgar mi muñeca con él? Me obligó a parar y me dijo algo, me dijo un par de palabras que me dolieron más que la herida en mi mano: No estamos juntos, nunca estuvimos juntos. Comenzó a llorar, posterior a esa frase. No entendía la razón de su llanto. Él estaba sufriendo, eso sí lo sabía, y yo quería acabar con su sufrimiento, por eso lo maté.

Soltó una risita infantil, observando el cuerpo masacrado a apuñaladas en el podio de la derecha, el cuerpo sin vida, con una sonrisa dibujada por ella misma, formada en una cortada a lo largo de sus comisuras, pero aún así, prosiguió, bajo la atenta mirada del demonio que hacía de juez en la sesión.

—Yo sólo lo ayudé, y me vengué, él me dijo que nunca había estado conmigo, ¡me mintió!

La desquiciada se movía en la silla de forma errática entre carcajadas estridentes mientras pequeñas lágrimas se deslizaban por sus mejillas, para luego gritar:

—¡Ese psiquiatra de mierda me enamoró! ¿Y qué hizo? ¡Me traicionó incluso después de la muerte! ¡Por eso estoy aquí! ¡Me lancé de ese edificio para estar con él y mírelo! El inservible ni siquiera pudo estar vivo cuando llegué a mi otra vida.

El silencio volvió durante sólo unos segundos. El demonio se levantó de su silla, acomodando su toga negra, especial para aquellas ocasiones, que tan divertidas le parecían y procedió a otorgar la sentencia.

—Dados los acontecimientos y el testimonio de la demandada donde explícitamente admite su crimen, declaramos a la señorita como: Culp...

...

—¡Doctor! ¡La perdemos!

El aparato que medía el pulso tenía sólo una línea, sin rastro de signos vitales. El chillido era insoportable, incluso para el cerebro desquiciado de la recién fallecida, deformada por el impacto de la caída desde la tercera planta del recinto de rehabilitación para personas con trastornos mentales.

Los médicos hacían de todo para traerla a la vida, mas, no lograron absolutamente nada. Aún no habían descubierto la muerte de su mejor psiquiatra a manos de la chica, aún no sabían absolutamente nada.

La cara de descontento del cadáver era tanta que las personas a su alrededor sintieron una extrema pena por ella.

—Hora de deceso, 15:07. Causa: posible suicidio.

Nadie sabía la historia detrás de aquella tragedia, y tal vez, nadie la sabría, simplemente se quedaría en la historia de una loca asesina que en una crisis, posiblemente se suicidó.

A no ser que seas tú el que cuente la verdadera historia, estimado lector, pero no te recomendaría que lo hicieras.

Las traiciones se pagan caro allá abajo, mientras que acá arriba sólo quedarás como un loco más.

Relatos Oscuros (Bilogía: Relatos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora