El tatuador más famoso de la ciudad se había convertido en una estrella, por las majestuosas obras de arte que él mismo diseñaba sobre los lienzos más perfectos: los humanos.
¿Alguna vez habías escuchado la expresión "adicto a la tinta"? Aquí tenemos el claro ejemplo de ello, no por el tatuador, claro, él estaba libre de dibujos que marcarían su piel de por vida. Las personas que se tatuaban con él cada día querían más y más. Iban regularmente hasta que algunos de ellos se quedaban sin espacio.
Extrañamente, las personas que acudían a él, con el paso de los años, acababan muriendo, por lo que en estos momentos podemos ubicarnos en su pocilga, el lugar donde recreaba sus obras maestras, el mugroso edificio abandonado donde realizaba sus proezas.
Un investigador encubierto había decidido tomar en sus riendas aquel caso. El tatuador ya había sido alertado de que pronto sería interrogado por la policía, mas no tenía conocimiento acerca de aquella visita sorpresa.
El plan sería el siguiente, el agente iría y se tatuaría a voluntad, sin consentimiento de las autoridades para luego analizar el contenido de la tinta en su brazo en un laboratorio que tenía instalado en su propia casa.
Observó el lugar, mugriento por fuera, con sus luces de neón en amarillo parpadeante, con las iniciales "AALT" indicando la entrada al estudio que pendía de una puerta de madera vieja y gastada.
El interior era sorprendente, en comparación con la sala inicial. El local era pequeño, pero se veía bastante decente. Las luces LED se encontraban encendidas en un tono entre el rojo y el anaranjado, la camilla yacía dispuesta junto a un gran espejo de camerino, con bombillos bordeándolo. Los implementos estaban dispuestos de forma perfectamente ordenada sobre la cómoda frente al espejo, mientras que una figura resaltaba en la oscuridad, un rostro cubierto perfectamente por una mascarilla negra.
—Adelante —mencionó el chico, mientras que el investigador se acercaba.
Él conocía esa voz, no sabía de dónde, pero la conocía.
Llegando a la camilla, depositó su propio cuerpo sobre esta para analizar de cerca al tatuador, logrando distinguir un cuerpo fino y atractivo, de curvas suaves y poca musculatura.
Él también conocía ese cuerpo, pero aún no caía en cuenta acerca de quién era.
Ambos conveniaron un diseño, una rosa rodeando un corazón, con las espinas clavándose profundamente en él, algo sencillo para el artista, y bonito para el agente. En pocos minutos, comenzó el proceso.
Todo iba según la ley. Limpiar la zona, colocar la plantilla, utilizar una nueva aguja y empezar a llenar el lienzo.
El investigador se tatuaría en el antebrazo derecho, una zona algo dolorosa, por lo que durante la hora y media que duró el suplicio, se encontró a sí mismo apretando de vez en cuando los labios y cuadrando la mandíbula para no tensar la zona.
Al culminar el diseño, el agente se regodeó de la belleza que había plasmada en su brazo. Se levantó, aún alerta, observándose en la superficie reflejante, sintiendo y mirando, posteriormente al tatuador, detrás suyo, retirándose la máscara.
El rostro se le descompuso al investigador al detallar las facciones ajenas.
Era su ex novio. Su jodido ex novio, el bioquímico.
No se movió, no pudo, y mucho menos cuando el chico se dispuso a abrazarle por la espalda, presionándole contra su cuerpo.
—Sabía que vendrías, sabía que matar a toda esa gente de necesidad te traería de vuelta hacia mí...
El tatuador presionó el cuerpo de su ex contra sí mismo, inhalando su aroma.
—Me declaro culpable amor —musitó justo en su oído —¿Quieres que te cuente qué hice con todos ellos? Bien, aquí va.
»Un poquito de veneno por aquí, un poquito de droga por allá y voilà, mi propia tinta adictiva y mortal, cariño. En pocos minutos comenzarás a desearla, a desear más el dolor. ¿Por qué crees que todos volvían? Ah, nene, cada segundo que pasas sin ella comienzas a morir, de forma increíblemente lenta y dolorosa, yo la llamo...Morfina Mortal.
—Hijo de perra, te voy a matar...
—¿Ah sí?—se burló el más bajo—dependes de mí ahora, cabrón infiel. Y me las voy a cobrar una por una.
Y así lo hizo, el orgullo del agente no era más fuerte que el agónico dolor que sufría cada que pasaba más de un mes sin tatuarse.
La policía jamás dió con el tatuador por falta de pruebas, y el investigador no hablaría, él no perdería a su única fuente de veneno, a quien le hizo volverse adicto a la tinta, a esa puta tinta especial que le hacía regocijarse de vida cada que la probaba después de un largo período de abstinencia.
Quién diría que tiempo después, ambos reiniciarían su relación, y el bioquímico, justo después de la propuesta, desaparecería misteriosamente, dejando desamparado al otro, quien al notar esto, no dudó en correr a la comisaría para contarlo.
Y he de decirte, mi oscuro lector, que apenas entró a dar su testimonio, se desplomó sin poder dar los detalles del astuto chico que le había jodido la vida.
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Relatos Oscuros (Bilogía: Relatos #1)
Mystère / ThrillerEn un mundo donde cada protagonista tiene un trasfondo oscuro, donde no hay nombres, sólo rostros, donde la muerte está a la vuelta de la esquina, tanto en la realidad como en planos más allá de lo natural, todos son villanos, sin excepción. A veces...